www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 1/5
 
El hombre de la vida saxual
'Siempre soñé ser músico de jazz en Nueva York': Una entrevista a Paquito D' Rivera.
por MIGUEL ÁNGEL SáNCHEZ, Nueva York
 

El 6 de mayo de 1980 ocurrió lo que tenía que ocurrir. En lugar de caminar hacia el avión que lo llevaría desde el aeropuerto de Barajas, en Madrid, a Estocolmo, en unión del grupo musical Irakere, el saxofonista y clarinetista Paquito D' Rivera se lanzó a tropel en dirección contraria, una vez que las grandes espaldas del pianista Chucho Valdés, director de la agrupación, se perdían en la nave aérea. Al día siguiente, pediría asilo político en España.

Rivera

Pero hay una versión del acontecimiento que asegura que cuando los miembros de Irakere transitaban los pasillos de Barajas, Paquito habría brincado sobre la pasarela de aluminio que por aquella época deslindaba a los pasajeros en tránsito de la zona de recoger los equipajes, en tanto que un angustiado Chucho Valdés le rogaba: "¡Paquito, no te pongas a jugar así, mira que a esta gente no le gustan esos chistecitos!". Paquito, decidido, le respondía: "No Chucho, esto no es broma, es de verdad, me quedo", y mientras hacía su peculiar movimiento de hombros y cabeza se seguía alejando de sus hasta entonces compañeros de orquesta. "¡Paquito, paaaquito coooño, no sigas jodiendo coooño!", gritaba Chucho cada vez más desesperado, hasta que fueron los hombros de Paquito y no los suyos los que se perdieron en la distancia.

La anécdota hacía las delicias de los que entonces, en el verano de 1980, estábamos en Madrid, pero curiosamente nunca la compartimos con su protagonista, el propio Paquito, miembro de una tertulia a la sombra en una callejuela de la ciudad, ahora casi perdida en los vericuetos de la memoria. La llamábamos "el callejón de los desamparados", casi frente al restaurante La Trucha, que pocos años después se convertiría en centro de la movediza "movida madrileña". Todos sus integrantes eran, excepto él y yo, gente joven del grupo de 250 cubanos de la Embajada del Perú que recibió cobijo en España. Dilapidar nostalgia, sobrante entonces, fue el motivo de aquellos encuentros, donde los más peleones entre los peleones brandys españoles era lo único al alcance de nuestros maltrechos bolsillos de exiliados recién estrenados.

Casi 23 años después, en su casa de Nueva Jersey, con la imponente pared de rascacielos de Nueva York en lontananza, Paquito D' Rivera, otra vez, aclara que se trata de una historia falsa: "No, pero no fue así", dice mientras pasa revista a sus andanzas madrileñas de 1980.

—Bueno, pero no puedes negar que es un buen cuento.

—Mejor es el mío, porque fue el de verdad. El que me permitió escapar de Cuba y rehacer mi vida en Estados Unidos.

En realidad, ya había descrito la manera en que realmente ocurrió en su autobiografía seminovelada y muy festiva Mi vida saxual, que provocó tantas risas al tiempo que meditaciones y ceños fruncidos, y que haría decir a Cristóbal Díaz Ayala que "el humor de Paquito es algo muy serio". Un libro que el escritor Antonio Benítez Rojo considera paradigmático y en la misma vertiente que la novela postmoderna —por la utilización de diversos recursos literarios—, y cuya lectura recomendó encarecidamente a todos los amantes del jazz y de los temas cubanos. 

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