www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 3/5
 
El hombre de la vida saxual
'Siempre soñé ser músico de jazz en Nueva York': Una entrevista a Paquito D' Rivera.
por MIGUEL ÁNGEL SáNCHEZ, Nueva York
 

¿Cuáles son tus próximos planes?

Este año y parte del próximo participaré como artista invitado en un programa especial de música brasileña, compuesto y dirigido por el chelista Yo-Yo Ma. Es una gran gira que nos va a llevar a Europa, Asia, prácticamente a todo el mundo. Un proyecto de tal envergadura que con él se va a inaugurar el 23 de septiembre la nueva sala del Carnegie Hall en Nueva York, y que al día siguiente será presentado en el Kennedy Center, de la capital de Estados Unidos.

Yo-Yo Ma, la música brasileña y tus discos, entre otros, Brazilian Dreams, La Habana-Río Conexión, Return To Ipanema… innumerables actuaciones en Brasil… todo parece indicar un acercamiento muy grande a ese país.

Es que el aporte de la música brasileña es decisiva junto con la influencia cubana y norteamericana, todas de origen africano. De no ser cubano, me hubiera gustado haber nacido en Brasil.

¿Paquito D' Rivera siempre fue Paquito D' Rivera al llegar a Nueva York o alguna vez ese nombre valió poco para ganarse la vida como músico?

Siempre me sirvió para ganarme la vida como músico, pero no siempre como jazzista. Hasta en charangas tuve que tocar, haciendo suplencias en la orquesta de Carlos Barbería en cosas que desconocía; nunca fui un músico de sones ni estuve jamás con una charanga, y en realidad no sabía qué hacer. Recuerdo una vez, con otra agrupación, la Nobel, del abuelo de Jorge Luis Prats; a mi lado estaba otro miembro de la orquesta que me decía: "no te preocupes, tú sopla cuando yo te señale, cuando te lo diga". Y así lo hacíamos; ellos estaban en su ritmo y de pronto me soltaba: "¡sopla Paquito!" y yo le metía hasta que él me mandaba a parar. Pero lo más simpático fue en un cabaret clandestino que le decían "El Pozo", por el apellido de su dueño. Era en Manhattan y los bailes comenzaban a las 5 de la mañana. No, no es juego, empezaban a las 5 de la mañana. La segunda vez que fui a tocar llegó la policía, porque no era un sitio legal, y comenzó a destruir todas las botellas de bebida del bar, y a sacar a la gente para afuera, mientras buscaban a Pozo, que siempre se preparaba una puerta de escape. En medio de aquella locura uno de los miembros de la charanga, con experiencia del asunto, me aseguró que con los músicos nunca se metían; menos mal, pues yo pensaba que nos llevaban presos a todos. En esos inicios conocí a Tito Puente y toqué con él, y también a Jorge Dalton. Eran cosas que había olvidado, ni siquiera las puse en mi libro.

Hablando de libros y escritos. Alguna vez escuché decir que "Paquito D' Rivera es el Cabrera Infante de los músicos". "El látigo que no cesa" en cuanto a sus denuncias del régimen de Fidel Castro, y sus constantes réplicas a cantantes, músicos o gente conocida que lo elogia.

Es que lo que no es, no es. Sencillamente. Y yo tengo esa suerte o facilidad de poder escribir y me gusta hacerlo, y me molesta que todos esos izquierdistas trasnochados hablen y escriban maravillas de algo tan cruel como el comunismo. Ya sé que a Guillermo [Cabrera Infante] le dicen que es paranoico, pero como él mismo aclara, a los paranoicos también los persiguen.

En fin, me gusta escribir, cosa que no hacen los músicos, ni falta que les hace, aunque puedo señalar excepciones como Debussy, Ravel o Leonardo Acosta, cuya Historia del jazz en Cuba es un banquete y se lee como una novela. La versión en inglés, que será editada por el Smithsonian Institution de Washington, llevará un prólogo escrito por mí.

A través de los años con frecuencia las artes se han interrelacionado, y además de los (pocos) músicos que escriben —Nicolás Slonimsky, Artie Shaw, Pablo Zinger y Camille Saint-Säens son otros ejemplos—, ha habido actores y cantantes que han cultivado con éxito las artes plásticas, como es el caso de Anthony Quinn y Tony Bennett. O Einstein, que tocaba el violín y hasta creó un "alma" especial hecha de navajitas de afeitar para el instrumento.

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