www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 4/4
 
Toco lo que siento y punto
Para Omar Sosa, uno de los más interesantes pianistas cubanos, 'el arte tiene que seguir siendo contestatario'.
por DENNYS MATOS, Madrid
 

No hace mucho, en una entrevista, el escritor cubano Pedro Juan Gutiérrez afirmaba que en Cuba había racismo...

Yo creo que sí. Siempre lo ha habido. El racismo es cada vez más potente, el occidentalismo ha permeado las mentes de todos los hermanos. Es como si se tuviera que ser rubio de ojos azules para tener una buena apariencia, pero los rubios de ojos azules luego quieren ponerse morenos. Es una especie de mente retorcida que hace de base fundamental del racismo que se vive en este siglo. En Cuba, en los diferentes estratos del gobierno que tiene "El Gavilán" allí, pones una cosa muy simple. Él dijo: "hay que tener tantos negros aquí". Es un poco lo que hacen los norteamericanos con su llamada política correcta. El racismo es parte de todo lo que hoy estamos viviendo. En Cuba sí existe racismo, y la política es una manipulación en nuestro país.

¿En qué proyecto estás trabajando ahora?

Con un grupo de vídeo de Londres. Como dicen en Cuba, esos chicos están "arrestados", porque investigan la vorágine que hay en la manipulación de las imágenes relacionadas con el tráfico y comercio de genes. Esto va a ser un proyecto multimedia de música con imagen y sonido. El primer estreno va a ser en París, y otro concierto va a ser en un sitio de arte contemporáneo en San Francisco. En Estados Unidos tenemos un cantante marroquí, un músico australiano, un rapero afronorteamericano, a Martica Galárraga —que es una cantante yoruba—, Gustavo y yo. Este proyecto también aborda la manipulación que Occidente hace del terrorismo como frase fundamental de su política exterior. Es una manipulación, porque también es terrorismo los millones de niños que mueren en el mundo sin que ninguno de estos gobiernos haga realmente nada por ellos. Creo que el arte puede jugar un papel importante como investigación y denuncia de estas barbaridades. El arte te pone a pensar, la gente no quiere pensar porque le hacen ver que no hay tiempo para pensar y el tiempo que te queda es para gastarte el dinero comprando mierda. El arte tiene que seguir siendo contestatario, pero no en el sentido de apoyar conceptos políticos, sino apoyando las esencias humanas y espirituales que hacen posible la fe en que podemos estar realmente vivos.

¿No te interesa tener muchos integrantes cubanos, ni guiarte por los ensayos?

Mi mensaje es el de la unificación. Tengo un bajista africano, de Mozambique, no quiero un bajista cubano, no me interesa. El que tenía anteriormente era judío. No me interesa tener un bajista cubano, porque al final sabemos a qué va a sonar cuando comencemos a tocar. Nuestra fuerza está en saber desarraigarnos. Yo, por ejemplo, no ensayo, escribo unos temas que pueden ser 4, 8, 12 ó 16 compases. En la sinfonía escribí una hora y media, eso fue otra de las cosas que me criticaron, que si era larga y densa, pero eso fue lo que salió. Yo necesito estar completamente limpio para poder tocar lo que me digan, y me siento muy mal cuando no puedo transmitir porque tengo que tocar las cosas académicas. Ahí es cuando me siento mal, porque caes en esquemas, en patrones y tópicos que ya están muy quemados. Por eso no ensayo, lo único que les pido a mis músicos es que me miren la mano, que nos miremos y mis ensayos consisten en sentarnos a hablar. Esos son mis ensayos, que es una forma de terapia, una forma de hacerle ver a mis espíritus que lucho por mantenerme vivo, para que ellos lleguen.

¿No temes que la falta de ensayo se convierta en falta de rigor?

Que más rigor que tener la oportunidad o buscar la limpieza de espíritu, para poder transmitir lo que te están diciendo las voces que tienes dentro y que siempre van a hablar. Un ensayo es lo mismo que un concierto. Cuando tú ensayas, a no ser que quieras esquematizar como música aprendida, ya es lo aprendido y, como dicen los viejos, eso es de músicos malos, porque la tradición, los espíritus..., vienen sin ensayos, los muertos vienen sin ensayos. Después de haber alcanzado un determinado nivel, el ensayo no es importante. Cuando viene Yemayá, llega sin ensayo; cuando viene Ochún, llega sin ensayo, y esa filosofía es para mí más poderosa que cincuenta notas escritas y que te las aprendas. Respeto a los que ensayan, estudié en un conservatorio y bastante tuve que ensayar para ejecutar el Capricho 13 de Paganini, con el que me gradué. Cuando vas con los viejos en Esmeralda, con Papa Roncon, Rosita, El Nazareno, o el difunto Remberto Escobar, esos viejos arrancan a cantar las tradiciones que han pasado de boca en boca. Quien dice que no ensayo y por eso es una mierda, es su problema. Te puedo escribir una cosa que puedes pasar toda tu vida ensayando para poder tocarla, pero no se trata de eso. Se trata de expresar y dar la libertad al músico para que pueda proyectar su mundo ancestral, su mundo espiritual y sus raíces. Cuando Gustavo, el percusionista venezolano, toca el culo de puya, él sabe lo que tiene que hacer, igual que cuando toca los batá. Eso es un camino, es un respeto a la tradición, un respeto a los espíritus que quieren hacer su presencia.

1. Inicio
2. ¿Cómo fue...?
3. ¿Por qué...?
4. No hace mucho...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
La lucidez convidada
Tras el encanto inicial
De la noche a la maņana
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir