www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
  Parte 1/6
 
De la noche a la mañana
'Confío en que estamos llegando al final de la tragedia cubana':El ex comandante Huber Matos explora el pasado y adelanta su visión del futuro nacional.
 

Recientemente acreedor del XIV Premio Comillas de Biografía, Autobiografía y Memorias por el libro Cómo llegó la noche —en el que narra sus vivencias como guerrillero, líder victorioso tras 1959 y enseguida prisionero político del castrismo—, el ex comandante Huber Matos hace un repaso al pasado, el presente y el futuro nacional desde una perspectiva optimista: "Tenemos que volver a fundar la República —dice— y espero verme en las calles de Cuba, recorriendo el país de un extremo a otro".

Como llego la noche

¿Qué opinión le merece la acogida de su autobiografía, Cómo llegó la noche, en Cuba?

Ya no me toma por sorpresa, porque hemos ido recibiendo informes de que el libro ha tenido en Cuba una acogida muy buena. Por supuesto que nos contenta, y no sencillamente por la satisfacción personal, sino por lo que representa como documento para que se conozca la verdad histórica. Durante muchos años, estando preso, seguro de que la historia terminaría poniendo las cosas en su lugar, ansiaba que llegara ese instante, pero no tenía la esperanza de que antes de que terminara Castro se fuese conociendo en Cuba esa versión, la historia verdadera de la revolución cubana, de la traición, la explicación en detalle de cómo es que un proceso tan promisorio, tan bonito, para nosotros algo así como un sueño, se frustró por la traición de un hombre.

Por supuesto que a mí me tocaba pagar una cuota de sufrimiento, de decepciones, pero en lo personal no es nada comparado con la tragedia que vive la nación. Me preocupaba enormemente si llegarían los cubanos a conocer la verdad; cómo aquella revolución que el pueblo aplaudió, apoyó, y que hubiera traído tantas cosas positivas, se convirtió en algo monstruoso que ha ido destruyendo la economía gradualmente hasta convertir a Cuba en un país de miseria y deformar los esquemas de conducta de la gente. El cubano no era un individuo con dos caras, con doble moral, dado a mentir, a robar, a venderse.

Nosotros no éramos la nación más rica de América, ni la más próspera, pero éramos una república dinámica, y el cubano de antes era solidario, trabajador, honesto. Creíamos en Cuba, en su Constitución.

Usted conoció de cerca a Fidel Castro durante el período guerrillero, y luego tras el triunfo de 1959. ¿Es un marxista convencido?

Castro no es marxista leninista. Nada de eso. Es un oportunista con una inteligencia genial para la maldad, con condiciones de artista, una capacidad para comunicarse tremenda y el don dialéctico de vestir la mentira con colores de verdad. Además, como bajó de la Sierra con la imagen aquella de revolucionario, de líder humanista, carismático, martiano, la gente creyó en él. Casi puede decirse que se produjo en Cuba un fenómeno de hipnosis política.

Con el aval de la epopeya de la Sierra Maestra, y ya desde el Moncada, el hombre valiente que supo interpretar las ansias del pueblo frente al atropello de Batista y su golpe de Estado el 10 de marzo, encarnó ese espíritu de reivindicación. La gente lo admiró hasta el punto de que cuando les dijo "esto es comunismo", creyó que si él lo quería era lo mejor para Cuba. Y resulta que el marxismo leninismo en Fidel es un subterfugio, un sofisma, una mentira más para establecer un régimen totalitario y quedarse en el poder.

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