www.cubaencuentro.com Jueves, 13 de noviembre de 2003

 
  Parte 1/2
 
Jugando al retroceso
'Castro opta por la recentralización económica antes que ceder un ápice del control político'. Una entrevista con el economista cubano Carmelo Mesa-Lago.
 

El Banco Central de Cuba (BCC) prohibió en julio a las empresas estatales que usaran dólares para sus operaciones comerciales dentro de la Isla. El denominado peso convertible ha sido impuesto por las autoridades económicas como moneda obligatoria, desatando una oleada de críticas y preocupaciones entre empresarios cubanos y extranjeros.

Buscando un modelo...
Libro más reciente de Mesa-Lago.

Carmelo Mesa-Lago, economista cubano radicado en Estados Unidos, Profesor Emérito de Economía y Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Pittsburg, conversa con Encuentro en la Red sobre las causas y posibles consecuencias de la iniciativa de La Habana.

El Estado cubano, a través de su ministro de Economía, ha dicho que la medida ha sido adoptada para una mayor transparencia y control de las transacciones. Medios de prensa extranjeros hablan de falta de liquidez de La Habana. En su opinión, ¿a qué se debe este procedimiento?

Considero que la medida tiene como causa principal la falta de liquidez. El gobierno cubano afronta una severa falta de divisas; debe 12.200 millones de dólares al Club de París y su déficit en la balanza comercial es de 3.000 millones anuales. Además de que su ingreso al Acuerdo de Cotonou y el acceso a sus fondos de ayuda han sido suspendidos tras la última escalada represiva, tiene muchísima dificultad para conseguir créditos extranjeros y se ha visto obligado a pagar al contado alimentos por 200 millones de dólares importados de los EE UU. Por todo ello, Fidel Castro necesita un mayor control sobre las divisas.

Según declaraciones de empresarios extranjeros asentados en Cuba, cualquier trámite económico en la Isla es ahora más engorroso. Tal iniciativa, ¿significa menos independencia para las empresas?

La obligación de las empresas de solicitar permiso al Banco Central de Cuba para obtener divisas, centraliza esas decisiones (antes en poder de las empresas) y otorga mayor poder al Estado. Es otro paso atrás en el proceso de reformas del período 1993-1995, que se paralizó y revirtió a partir de 1996. Además, es evidente que la medida es un engorro y resta independencia a las empresas.

Además de quitarles flexibilidad y de implicar la pérdida de numerosas oportunidades, hay otros problemas derivados de la centralización. Como no se han determinado cuáles serán los criterios específicos que se aplicarán por el BCC para aprobar o rechazar una solicitud, habrá un margen amplio de discreción y ocurrirán confusiones y arbitrariedades. La cúpula dirigente tomará decisiones que no serán las mejores desde un punto de vista económico.

¿Entonces puede deducirse que dicha decisión difícilmente provenga de los sectores reformistas del gobierno cubano?

Conociendo la trayectoria del ministro José Luis Rodríguez (arquitecto de las reformas de 1993-1995), no creo que esta medida sea de su agrado. La misma surgió y le fue impuesta por Castro; la posición de Rodríguez se ha debilitado con su salida del Consejo de Estado, el despido de varios de sus viceministros y la salida del ministro de Finanzas y Precios (otro que fue favorable a las reformas). Así que, aunque le desagrade, Rodríguez no tiene otro remedio que apoyar la medida, pues sería impensable su oposición a la misma.

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