www.cubaencuentro.com Jueves, 13 de noviembre de 2003

 
  Parte 3/3
 
El vaivén canadiense
Ismael Sambra, presidente de la Fundación Cubano Canadiense, opina que Canadá debe apostar por el futuro de una Cuba libre y no por el pasado, porque Fidel Castro es ya el pasado.
por MICHEL SUáREZ, Madrid
 

¿Apoya la FCC el Proyecto Varela? ¿Está usted de acuerdo con las declaraciones de Oswaldo Payá sobre la "responsabilidad del exilio" en las ideas existentes entre los cubanos de la Isla sobre una presunta violencia y revanchismo futuros?

Apoyamos el Proyecto Varela y cuanto proyecto pacífico salga a la palestra para combatir al régimen. Pienso que al régimen de Fidel Castro hay que combatirlo, al mismo tiempo, por todos los flancos, por el frente, por la retaguardia y por dentro, utilizando diferentes medios y hasta los suyos propios. No hay que tenerle miedo a ningún medio utilizado para combatirlo, a lo que hay que tenerle miedo es a la indiferencia, a la pasividad. Los matices y las diferencias se ventilarán después de haber alcanzado el objetivo central, que es el derrocamiento de la tiranía, que la mayoría de las veces ocurre con la desaparición física del tirano.

Debemos ahorrarnos las críticas. Creo que en la lucha de oposición no podemos estarnos desgastando en críticas ni rechazos a métodos que no concuerdan muchas veces con los nuestros. Ese trabajo debemos dejárselo a Castro y sus agentes. Nosotros no podemos hacerles ese favor de descalificarnos unos a otros. Creo que el Proyecto Varela, al menos, ha sido uno de los trabajos más efectivos que ha logrado realizar la oposición y merece todo nuestro respeto y respaldo.

El mundo habla ya de Payá Sardiñas y del Proyecto Varela, y de la burla y las violaciones que Fidel Castro hace a la Constitución cubana. Esto ha ayudado y ayuda, además, a aclarar que en la Cuba poscastro no habrá cacería de brujas, ni habrá revanchismo, porque existirá un Estado de derecho, que es lo que ahora falta. Ese discurso lo está utilizando Fidel Castro para asustar y dividir a los cubanos. No debemos caer en ese juego. En el futuro, los cubanos habremos alcanzado suficiente madurez para ejercer la tolerancia que tanto ahora pedimos. En ese camino trabajamos.

¿Aprecia usted cambios de actitud en el exilio cubano, a partir de encuestas al respecto realizadas en Miami?

Tuve la oportunidad de entrevistarme en cierta ocasión con Huber Matos y Mario Chanes de Armas, dos valerosos luchadores, casi dos símbolos a considerar, que estuvieron dispuestos a ofrendar sus vidas por el ideal de libertad que más tarde Fidel Castro traicionó. Ellos me contaron de primera mano sus experiencias y es verdaderamente frustrante saber que fueron condenados y torturados por el mismo régimen que ayudaron a triunfar.

Esto es tema del nuevo libro que estoy terminando. Estos héroes, que no profesan la más mínima ambición de poder, y que en su momento empuñaron las armas en favor de la libertad, hablan de lucha pacífica, de la creación de una conciencia popular para acabar con el régimen autocrático que Fidel le ha impuesto a los cubanos. Ellos son también parte importante del exilio cubano que se mantiene trabajando por la Cuba del futuro y desde que llegaron al exilio manejan este mismo discurso. De manera que este discurso del exilio no es nuevo. Los tiempos cambian y sólo un pícaro-tonto como Castro se empeña en obsoletas filosofías.

Sería una ingenua contradicción que nuestros reclamos sean el respeto y la tolerancia y nos comportemos como vulgares intolerantes. Partimos del hecho de que el pueblo cubano es una víctima del terror que ha implantado el castrismo y no es culpable, en última instancia, de su desgracia. De los esbirros y lacayos se encargarán las leyes en procesos verdaderamente justos e imparciales.

Fidel Castro ha utilizado el discurso de la violencia y la intolerancia, y acusa a sus opositores de "mafiosos al servicio de la CIA" para confundir y oprimir más al pueblo. Nosotros tenemos el deber, más bien la obligación, de dar ejemplos concretos de tolerancia —y de hecho los estamos dando—, para que se pierda ese doble miedo que lamentablemente muchos padecen: miedo a las represalias de Castro y miedo a ese supuesto exilio violento y revanchista.

En cuanto a la oposición interna, considero que se han ganado muy buenos espacios y es el momento de afinar la puntería en el objetivo común. Estos espacios han sido ganados a base de sacrificios, a base de enfrentamientos con el régimen.

La ola represiva de marzo pasado sólo nos demuestra que el régimen teme por la pérdida del poder. Ha tratado de frenar la explosión de la sociedad civil y por eso los ha encarcelado, independientemente del daño que la represión ha causado a Castro en la opinión pública internacional. El régimen piensa que ha logrado frenar a la disidencia, sin embargo, la respuesta de opositores y periodistas independientes ha demostrado que no hay nada frenado en Cuba. Los periodistas siguen denunciando y los encarcelados envían mensajes al mundo desde las prisiones para denunciar las violaciones. Lejos de haber ganado, el régimen ha perdido.

Los que se enfrentan a Castro son el futuro, y el futuro de Cuba está, sobre todo, en los líderes que surgen y se mantienen luchando en la oposición interna. Esos que piensan que los del exilio trabajan para imponer normas y leyes en la Cuba poscastro, están equivocados. Nosotros, los de afuera, sólo apoyamos. Creo que ese es el papel que juegan y deben seguir jugando las organizaciones políticas del exilio cubano.

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