www.cubaencuentro.com Martes, 30 de marzo de 2004

 
  Parte 1/4
 
Una hidra de mil cabezas
La situación actual de la Isla y el futuro del postcastrismo. Desde Chile, al habla con el economista cubano Francisco León.
por MIGUEL CABRERA PEñA, Santiago de Chile
 

La biografía de Francisco León enhebra de forma compacta al estudioso y al comprometido. Es experto en asuntos cubanos y Doctor en Sociología Económica, graduado en Bélgica. Se desempeñó como asesor del gobierno del presidente de Chile Eduardo Frei Montalva, dirigió el Departamento de Sociología de la Universidad Católica en este país y luego trabajó en la CEPAL (Comisión Económica de la ONU para América Latina) por más de dos décadas. De 1996 al 98 fue presidente del Instituto de Estudios Cubanos. A esta altura, habían quedado muy atrás los días en que combatió contra la dictadura de Fulgencio Batista y luego se opuso, dentro de Cuba, a la de Fidel Castro.

Economista León
Economista León (izq.).

¿Puede hablarse de algún aspecto positivo de la revolución cubana?

Después de 1959, Cuba pasó de una isla no tan conocida, a elemento de presencia constante en la política mundial. El cubano ganó desde el punto de vista del orgullo nacional, en su identidad. Aun cuando sea opositor o esté fuera de Cuba, el cubano se siente —cualquiera que sea su condición— como que es alguien en el mundo. Aspectos militares, donde se incluyen la lucha armada contra Batista y la derrota de Playa Girón, se le reconocen generalmente a los cubanos. Logros como la educación y los cuidados de salud, generalizados y gratuitos, contribuyen aún más a ese orgullo.

Sobre los logros mencionados existen, sin embargo, opiniones divergentes o al menos matices que irían profundizándose con el paso del tiempo. Claro que políticos y estudiosos podrían estar equivocados al respecto…

Lo militar se extiende en la penetración y la capacidad subversiva que el gobierno ha alcanzado en el extranjero. Se podrían mencionar hechos bastantes connotados y recientes, como la puertorriqueña que trabajaba para La Habana en el Departamento norteamericano de Defensa, y que al parecer fue la redactora principal de un importante informe sobre Cuba, y la influencia de la Isla en Venezuela, en el tintero de la actualidad. Sucesos ya un poco más alejados en el tiempo registran la participación de militares cubanos en Vietnam, en Afganistán, Latinoamérica, y particularmente, en África, muy prolongada, y que tuvo en la Operación Carlota, que concluye en 1991, uno de sus hitos.

En torno a la educación en Cuba se suele hablar como un éxito generalizado, cuando en realidad investigaciones objetivas arrojan deficiencias incuestionables. Áreas como las ciencias sociales universitarias se encuentran tremendamente atrasadas. A mí me ha llamado la atención la selectividad en la formación de los alumnos cubanos. Me ha tocado viajar con jóvenes formados en la Isla durante toda su educación primaria y secundaria, y estar con ellos en Europa.

Desconocen figuras políticas del siglo XX europeo como Churchill, De Gaulle y compañía, pasando por el desconocimiento del arte universal, desde el egipcio hasta el Renacimiento y muchas de las corrientes más modernas de la cultura literaria, escultura, pintura, etcétera. Es como si la historia hubiera comenzado en 1953, con el asalto del Moncada. Lo que hay en Cuba es una especie de memoria histórica unidimensional. Lo que se conoce tiene que ver con lo cubano.

Hay, pues, una falta de cultura política muy grande. Tienen información sobre un grupo de temas muy selectivos, muy estrechos, y no los tienen sobre el resto. Creo que esto se agravó después de 1990, con la desaparición de la URSS, pues antes, para situar a la URSS y al campo socialista había que meterse en historia europea. Los jóvenes de menos de 30 años son los que tienen ahora un grado más elevado de lagunas en su formación.

Lo que se dice del mundo en la televisión —el periódico alcanza para muy pocos— es lo que tiene que ver con el país. Podría concluirse que hay una "cubamanía" en la formación cotidiana del ciudadano, como si el mundo girara en torno a La Habana. Pero esto no hace más que reflejar ideas como las que Fidel Castro enarboló contra la Unión Europea, en las cuales afirma que ésta no llegará nunca adonde ha llegado Cuba. El régimen trata de convencer a la población, y de paso se convence, de que somos la única realidad y el centro del mundo.

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