www.cubaencuentro.com Martes, 18 de mayo de 2004

 
  Parte 1/4
 
Una lección de veterinaria
'Yo pinto como me gusta, no por decreto', reconoce en entrevista el artista cubano Rafael Zarza, distinguido por sus creaciones eróticas y taurinas.
por CARMEN PAULA BERMúDEZ/CARLOS A. AGUILERA, Graz
 

Rafael Ángel Zarza González (La Habana, 1944) se graduó en la Academia de Artes Plásticas de San Alejandro entre 1959 y 1963. Diversos críticos señalan su tratamiento de la simbología y el uso de imágenes recurrentes como la del toro. Sus obras han sido expuestas en Venezuela, México, Escocia, Estados Unidos, Uruguay, Puerto Rico y Egipto, entre otros países; además de recibir numerosos premios en Cuba y el extranjero.

Cuatro piezas
Composición de cuatro piezas (1973).

En el catálogo a Crucifixiones (Casa-estudio, mayo, 1997) escribes: "una rebelión pacífica e ideológica". ¿Podríamos leer esta frase como resumen de tu poética?

Cuando concibo la frase me refiero a ese gran movimiento que fue el cristianismo, el cual, de forma pacífica, destruye todo un imperio. Eso está implícito en Crucifixiones, en mis cristos. En ese sentido se podría leer "una rebelión pacífica e ideológica" como poética de esa exposición, no de toda mi obra. Fíjense que en esos cuadros (expuestos en mi casa) hago una simbiosis entre las reses-desolladas-que-cuelgan y los cristos crucificados.

Claro, este tema está presente en mi pintura desde la década del sesenta. En 1969 envié a la Bienal de París reses crucificadas. Eran pasajes del nuevo testamento y el objetivo era mostrar lo que se subleva, lo que va contra lo establecido, lo que subvierte lo totalitario. Y a su vez mostrar la idea "filosófica" de que un hombre solo, con su religión, puede hacer tambalear un imperio.

Las tintas y collages que realizas entre 1966 y 1967 parecen ser el comienzo de todo lo que apuntas. ¿Qué hay sobre esto?

Son obras pequeñas sobre papel. Representan el producto de las inquietudes de aquel momento, las posibilidades de una búsqueda. Ahí está el corte con la figuración académica y el comienzo de una nueva figuración. Ahí está el conceptualismo. Hay un Cristo que tiene cosas señaladas en el cuerpo y textos que van nombrando cada una de esas partes; hay collage, dibujos…

En aquellos años todavía en Cuba no se hablaba de Conceptualismo y, sin embargo, esas piezas, así como grabados que realizo en el 68/69, donde hago apropiaciones de Rembrandt, Goya, etc. tienen mucho de este movimiento. Las apropiaciones reaparecen después de los ochenta como novedad, sin embargo, ya había una mirada conceptual desde los sesenta, que resulta ahora innegable. Es decir, el arte siempre tiene puntos de contacto con los antecedentes, lo único es que hay que saber mirar hacia atrás. Esas tintas y collages del 66/67 son el embrión de lo que vinieron a ser después mis símbolos: reses, esqueletos bovinos, toros, todo eso que puede observarse en mis grabados y pinturas.

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