Pocos temas parecen apasionar tanto al congresista Bob Menéndez como la lucha por el retorno de la democracia a Cuba, a pesar de que nunca ha estado en la Isla. El representante cubanoamericano dirige el caucus demócrata, lo que lo convierte en el tercer miembro de su partido de más rango en el Congreso y en el hispano en llegar más alto en la historia del órgano legislativo estadounidense.
Como líder demócrata, ha criticado en numerosas ocasiones lo que considera una política de abandono del gobierno de Bush hacia América Latina. Su más reciente discrepancia emergió por el recorte —en más del 11 por ciento— de la ayuda a la región en el proyecto de presupuesto para el año fiscal 2005.
Pero, a la vez, no ha dejado de respaldar una política de aislamiento al gobierno cubano y ha sido un ferviente defensor del embargo estadounidense. Hoy, en medio de marcadas divisiones en el Congreso por las restricciones de viajes y el comercio con la Isla, Menéndez afirma sentirse "cautelosamente optimista" en cuanto al éxito de las opiniones que defiende, si se produce una nueva votación en el Congreso sobre el tema.
"Esperamos que nuestros colegas (en el Congreso) hayan visto las realidades del castrismo, que se quiten los espejuelos del romanticismo, que vean en esa ola de represión [contra los disidentes cubanos] las consecuencias de llegar a acuerdos con Fidel Castro. Esperamos poder ganar, en caso de que haya una votación en el futuro", dijo.
En entrevista con Encuentro en la Red, Menéndez —nacido en Nueva York y criado en la vecina Nueva Jersey— abordó este polémico tema, junto a otros asuntos concernientes al futuro de Cuba.
¿Cuáles considera usted son las diferencias entre la política hacia Cuba del presidente Bill Clinton (1992-2000) y la del presidente George W. Bush?
Para mí es exactamente la misma. La retórica es la única diferencia. Todo lo que se le criticó al presidente Clinton —en eso incluyo mis propias críticas— lo está haciendo Bush, sólo que su retórica es mucho más fuerte.
Si analizamos la política de "pies secos-pies mojados", que (desde 1995) permite repatriar a quienes huyen del régimen, suman ya más de 2.000 los cubanos repatriados por la administración Bush, siguiendo una política equivocada. El capítulo III de la Ley Helms-Burton (que permitiría acciones legales de cubanoamericanos en tribunales estadounidenses), es uno de los aspectos más poderosos de la política que pudiéramos lograr, y cada seis meses, desde su primer momento en la Casa Blanca, Bush lo ha suspendido. Durante esta administración no ha habido ni una sola acción para implementar el capítulo IV, para proceder contra compañías internacionales que estaban traficando con propiedades ilegalmente confiscadas en Cuba e ir contra sus accionistas y ejecutivos.
Nuestras resoluciones en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra siguen siendo más débiles en lugar de más fuertes, incluso viendo la represión que se ha producido en Cuba en el último año, marcada por tres fusilamientos. El turismo (a Cuba) bajo esta administración ha aumentado enormemente, y solamente ahora, que estamos en vísperas de las elecciones presidenciales, viene el Secretario del Tesoro (John Snow) a decir que vamos a ser más duros con las restricciones de viaje. El problema siempre ha sido la falta de voluntad política. |
