www.cubaencuentro.com Viernes, 03 de diciembre de 2004

 
  Parte 1/4
 
Para Bailar con Salvador
Salvador Blanco, el popular animador que hizo época en la televisión cubana, cuenta su historia de estrella, preso y exiliado.
por IVETTE LEYVA MARTíNEZ, Miami
 

Venerado como un ídolo de multitudes en Cuba veinte años atrás, Salvador Blanco vive hoy discretamente en Miami como camarógrafo y productor televisivo. Entre 1978 y 1982 animó el programa Para Bailar, que puso a la juventud a danzar al compás de la música en inglés más moderna y de los ritmos tradicionales cubanos, por entonces arrinconados en el olvido.

S. Blanco
Salvador Blanco, año 2004.

Carismático, chistoso, incisivo hasta los límites, Salvador se convirtió en el líder de un grupo de animadores talentosos que contaba con Lily Rentería, Caridad Ravelo, Albertico Pujols y Carlos Otero, entre otras promesas que terminaron escalando la consagración profesional.

Con apenas 20 años, el locutor, mimo y comediante recorrió el país con diversos espectáculos, convirtiéndose en uno de los animadores más populares de su época. Su estrellato quedó abruptamente truncado cuando las autoridades cubanas descubrieron un intento de "deserción", y Salvador desapareció para siempre de la pantalla chica y del ámbito cultural en la Isla. Lo que pocos cubanos saben es que cumplió tres años de prisión inclemente y que mucho tiempo después, en el exilio, la sombra de Para Bailar continúa persiguiéndole hasta la seducción.

La televisión fue siempre un trampolín para las jóvenes figuras y un espacio de limitado acceso para varios artistas en Cuba. ¿Cómo fue su entrada en el medio televisivo?

Cuando salgo del Ejército, un amigo que pasó conmigo el servicio militar y que se desempeñaba allí como jefe de personal y recursos humanos, me quitó todo lo malo que yo tenía en mi expediente, y por "palanca" entré en el grupo de pantomima de la televisión, en 1974 ó 1975. Se empezó a rumorar que había un muchacho que hacía pantomima pero que era cómico haciendo cuentos, y es así como un día vino a buscarme uno de los más grandes maestros que he tenido en el humor: Enrique Arredondo. Me dice: 'Salvador, va a empezar a trabajar con nosotros en una gira por todo el país y yo le voy a pagar a usted'.

Eso fue tremenda escuela porque se trabajaba con un tremendo grado de improvisación. Arredondo decía: 'Tú eres la esposa mía, pero como yo soy viejo tú me estás pegando los tarros con éste —que soy yo— y esta es la mujer de este que se entera y te 'ripia' a ti, y en 10 minutos salimos'. Con esos datos, 45 minutos de humor. Lo principal que aprendí con él es que cada uno tiene su momento. Cada actor tenía un momento estelar con Arredondo.

¿Cuál es su verdadera historia con Para Bailar?

Un día llegó el productor Eduardo Cáceres Manso y me dijo que andaba buscando un presentador para un programa bailable. Y ahí empezamos a trabajar juntos, y dimos el 'paletazo'. Empezó en 1978 y duró cuatro años, todos los domingos, hasta que yo caí preso. Yo era el mayor del grupo, con 25 años. Lo que más disfrutaba del programa era la competencia sana que había en todo ese grupo —que tenía gente excelente, muy talentosa— por destacarse. Hicimos una reconquista de la música cubana a través de la música americana. La juventud empezó a bailar danzón, guaguancó, cha cha chá…

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