www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 1/3
 
«En Cuba se saltó de la mojigatería oficial al jineterismo»
La escuela cubana de plástica y el Miami artístico de hoy: Una entrevista con el pintor Gustavo Acosta
por EMILIO ICHIKAWA MORíN, Homestead
 

Gustavo Acosta, pintor de origen cubano, ha residido en La Habana, Ciudad México, España y Miami. Es un artista esencialmente centrado: en su obra, en su familia, su matrimonio, su jardín, sus amistades. Estudió y se graduó en las más importantes escuelas de arte cubanas: San Alejandro y el Instituto Superior de Arte. Se ha dicho de él que trabaja una arquitectura vacía; pero pocos saben que en verdad sus trabajos están poblados de gentes, sólo que velados tras las numerosas capas que agregan peso y consistencia a su obra.

G. Acosta
Gustavo Acosta.

Un niño y un marinero son presencias que se le han escapado, pero los demás están en sus tonos inconfundibles, hablando en farolas, barcos, árboles y edificaciones. En 2004 presentó su muestra Historias recurrentes con la galería Praxis Internacional Art. Recientemente, acaba de participar en la muestra colectiva que la Galería Nina Menocal llevó a la feria Arte América, en el Coconut Grove Convention Center.

Recordemos los tiempos de la escuela de arte: ¿cómo pintaban, cómo se divertían; cómo era la actitud ante el sexo que en la escuela se manejaba?

En la Cuba de esa época había la libertad sexual de la época, incluso hasta cierto desenfreno. No puedes desvincularlo de hacia donde se va moviendo el mundo en los sesenta y setenta. Lo interesante es que, al arte cubano, las 'instituciones que lo sostenían', le reprimían cualquier tipo de regodeo retrógrado y pequeño-burgués del tema.

Algunos artistas cubanos importantes fueron marginados por tratar el tema sexual y por tener conductas sexuales heterodoxas, a la luz de un prejuicio machista que se hizo política de Estado. Por ejemplo, a Servando Cabrera lo censuraron, todo un mito. Un artista de los pocos que era coleccionable en las altas esferas del poder en Cuba. Todo el mundo tenía que tener un Servando, incluida toda la nomenclatura revolucionaria.

Otros eran menos tolerados. Raúl Martínez sólo un poco, menos que Servando. Raúl entre los intelectuales, más bien. Umberto Peña era demasiado fuerte para la élite castrista, demasiado brutal o desafiante. No querían a Servando como persona, pero lo coleccionaban. Quizás por la suavidad de las líneas, la delicadeza de los colores. Quizás por eso, aunque el sexo fuera explícito a veces, los azules y rosados y la delicadeza lineal gustaban muchísimo. Rarezas de la cultura proletaria que igual se derretía con el ballet clásico.

En muy pocos lugares yo vi cosas de Umberto Peña. Trapices, tan sexuales y sensuales que expuso en el Capitolio, una exposición de la que poco se habla, pero que es paradigmática en Cuba, era muy provocadora. Además de que a mi juicio fue lo más espectacular que se hizo en La Habana en mucho tiempo. Recuerdo una obra de Umberto Peña en el Teatro Nacional, otra en Casa de las Américas, y todo lo demás no sé dónde se metió. Tienes que preguntarle a él.

Pero vuelvo a las escuelas. Cuando entro en el Instituto Superior de Arte nos reúnen. El vicedecano lo primero que nos dijo fue: 'Nada pornográfico, ni hiperrealista, ni abstracto; pero sobre todo nada pornográfico aquí'. Después de ahí empezaban nuestras libertades. En esa época, por supuesto, ni soñar en pensar mal del gobierno. Eso fue en los setenta. Después las cosas cambiaron. Pero como las cosas cambian en Cuba: de la mojigatería oficial se saltó al jineterismo. En Cuba se permite esto, o se accede a lo otro por oportunismo. Me doy cuenta que todo aquello que se hacía para "cuidar al pueblo", de pronto decían, bueno, 'que se jodan, que vean cine con tetas y todo eso con tal de que no estén pensando en lo que no tienen que pensar'.

¿Había en las escuelas de arte un consenso en cuanto a la moda, a la indumentaria del artista?

En el Instituto Superior de Arte hubo como más tolerancia al respecto. Pero en San Alejandro y, en especial, en la Escuela Nacional de Arte, esos temas eran de pesadillas. En Cuba hubo unos años en que se considerada tu posición en la cultura popular por la forma en que te vestías: o eras "cheo" o eras "pepillo", y ser pepillo te definía como un ente malvado con problemas ideológicos.

Incluso el ministro de Cultura cubano tiene una novela acerca del tema…

Sí, El vuelo del gato. La conozco, pero no la he leído. Como te decía, aquella división entre "cheos" y "pepillos" era además irreconciliable. Dos facciones irreconciliables.

1. Inicio
2. ¿Y políticamente...?
3. Lo que sí ha...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Donde conviven lo terrible y lo inocente
JUAN ABREU, Barcelona
«Martí no viaja bien en inglés»
JORGE LUIS ARCOS, Madrid
Pasiones de un horizonte existencial
EMILIO ICHIKAWA MORíN, Homestead
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir