www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 4/4
 
La excelsa predestinación de Cuba
Ideología y revolución: Casi 200 años de hipérbole y delirio de grandeza. Una entrevista con el escritor Miguel Sales.
por MICHEL SUáREZ, Madrid
 

Claro, hay que decir también que la aristocracia criolla estaba en una situación sin salida. Porque forjar la lucha por la independencia en un momento en que la mitad de la población era esclava, era provocar un segundo Haití, provocar una insurrección que iba a acabar con las riquezas del país, con la base de sustentación de esa misma aristocracia. De hecho, la metrópoli utilizó la amenaza de la emancipación, muchas veces, para frenar los intereses políticos, el avance político de la aristocracia.

Por otro lado, los hacendados tampoco querían quedarse de súbditos de una corona que cada vez estaba más atrasada y cada vez era un peso más difícil de llevar. De esa contradicción, surge este mito del destino glorioso de Cuba, que luego se amplifica. Los anexionistas lo utilizan en todos sus manifiestos, lo utilizan los patriotas del 68 y el 95.

El delirio de grandeza se atenúa un poco con el fracaso de 1898, con esa especie de semi-independencia que se logra cuando los norteamericanos intervienen en la guerra a petición de los cubanos. Porque los cubanos se pasaron 30 años pidiendo la intervención de los norteamericanos, aunque luego no les gustara el resultado.

La República nace postrada, como diría Leví Marrero, pero eso se recupera con la revolución de 1933. Por ejemplo, en los años cuarenta del siglo XX, en Cuba se organizan expediciones para ir a llevar la revolución a liberar Costa Rica, República Dominicana; la famosa expedición antitrujillista de Cayo Confites, donde hace su debut revolucionario Fidel Castro.

Con el triunfo de la revolución de 1959, ese ánimo hiperbólico de que Cuba tiene un destino extraordinario que cumplir, se exacerba, adquiere unas dimensiones planetarias, y Cuba empieza a mandar expediciones guerrilleras a todas partes, militares a todas partes, empieza a desempeñar un papel, si no de primer rango, importante en la política norteamericana y soviética. Jugaba con esta inversión de alianzas, y al final, todo este delirio de protagonismo termina en esa tragicomedia que puso al mundo al borde de la guerra por el afán de protagonismo y por la locura absoluta en que había caído el régimen de Fidel Casto en el año 1962.

¿Cómo entronca esto con el Proyecto Varela, con el Diálogo Nacional que impulsa Oswaldo Payá?

Estos son los antecedentes. Si esto nos interesa es porque evidentemente queremos buscar en el pasado las respuestas a lo que ocurre hoy, y que nos permita adivinar, predecir lo que va a ocurrir en el futuro.

Esto es como cuando el babalawo echa los caracoles en la arena y, según la forma en que caen, le permite predecir el destino de una persona. Nosotros echamos las redes al océano del pasado. Tratamos de recoger algunas caracolas que nos permitan descifrar el sentido de las estrellas.

Digo esto porque creo que es importante mirar al pasado, pero no para quedarnos en el pasado. El pasado funciona como el retrovisor de un automóvil, para no chocar hay que mirar hacia delante siempre y, de vez en cuando, para corregir el rumbo, hay que mirar por el retrovisor para ver que no viene nada.

Para mí la historia es eso, echar una ojeada de vez en cuando a lo que pasó, pero para que nos sirva para continuar hacia el futuro.

Creo que en la historia de Cuba es importante desentrañar todos los mitos porque la coyuntura histórica de la transición al postcastrismo se acerca, está mucho más próxima de lo que la gente se imagina, y en ese momento hace falta que los dirigentes tengan ideas claras, propongan ideas claras al pueblo, y que el pueblo también tenga las ideas claras para que pueda escoger con fundamento y en libertad.

El Proyecto Varela y las iniciativas de (Oscar Elías) Biscet, tienen un denominador común que es importante. Todas tratan de hacer que la transición se produzca de manera pacífica, que podamos pasar de un régimen autoritario, totalitario, dictatorial, a una sociedad democrática, liberal, abierta, que respete no sólo el criterio de la mayoría, sino también los derechos de las minorías, que respete los derechos humanos, los principios fundamentales de la civilización; pero que ese tránsito se haga de manera no violenta.

Y esto es capital porque rompe con la tradición de violencia cainita que se ha desarrollado en Cuba durante siglo y medio.

1. Inicio
2. Esto cambia radicalmente...
3. Hay un punto culminante...
4. Claro, hay que decir...
   
 
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