www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 2/3
 
Un limbo con sabor a infierno
Componenda entre La Habana y Nassau contra los balseros cubanos detenidos en Bahamas. Armando Álvarez, del Comité de Ayuda a los Activistas de Derechos Humanos, explica los atropellos más recientes.
por ENRIQUE DEL RISCO, Nueva Jersey
 

Días antes de este último viaje, el cantante Willy Chirino, quien nos había dado todo su apoyo para tratar de resolver esta situación, se puso en contacto con CAHRA. Nos comunicó que él tenía previsto un concierto para el sábado 11 de diciembre en Nassau y le sugerimos que volara hacia allá el viernes 10 de diciembre, día en que los detenidos tenían visita y también por ser el Día de los Derechos Humanos, fecha perfecta para encontrarnos con los detenidos.

Tuvimos reuniones posteriores con Chirino y se acordó lo siguiente: visitaríamos a patrocinadores bahamenses para lograr la libertad de las mujeres y los niños; haríamos una visita a los detenidos en el campamento y con la presencia de Chirino y su esposa Lissette, tratar de levantarles el ánimo y explicarles todas las gestiones que se estaban haciendo; el cantante se reuniría con el ministro de Relaciones Exteriores, donde Chirino, a título personal, se responsabilizaría con la custodia de las mujeres y los niños, y les garantizaría visas para un tercer país y así minimizar las presiones que ejerce Estados Unidos sobre las Bahamas para que no entren cubanos desde su territorio.

¿Qué posibilidades había de que esas gestiones tuvieran éxito?

Teníamos la certeza de que con estas gestiones, y Willy Chirino como garante de ellas, sería el comienzo de las negociaciones para la libertad ordenada de todos los detenidos en forma gradual. Todo lo anterior lo mantuvimos lo más reservadamente posible para lograr nuestro objetivo, sin necesidad de escándalos, ni crearle dificultad al gobierno de las Bahamas.

Sin embargo, al final las cosas no resultaron así…

Desgraciadamente no. Ya antes de salir para Nassau, supe que había habido un problema en el Centro de Detención Carmichael, aunque la información que se daba era muy confusa. Cuando llegué allí me dijeron que a varios de los cubanos los habían trasladado a la prisión de máxima seguridad de Foxhill. Para visitarlos, nos dijeron, necesitábamos autorización del ministerio; era una forma de decirnos que no lo podríamos hacer, pues ya eran las cuatro de la tarde. Entonces fuimos hasta una estación de policía en busca de autorización y supimos que ahí se encontraban Frank García Llerena y Wilfredo Hernández, miembros del Partido Democrático 30 de Noviembre, a quienes ya conocíamos con anterioridad y quienes nos hicieron un recuento de lo sucedido.

¿Qué hizo que las cosas tomaran el rumbo que tomaron? ¿Cómo estalló la revuelta?

Según el testimonio que me dieron Frank García Llerena y Wilfredo Hernández, en los días anteriores habían estado reduciendo la cantidad de comida que daban en la cárcel hasta llegar a cantidades irrisorias. Ellos me dijeron que después de lo sucedido han llegado a sospechar que las autoridades parecían estar provocando una reacción de los detenidos cubanos para reprimirlos.

El martes 7 de diciembre, los detenidos se declararon en huelga de hambre en protesta por la reducción de alimentos y por el maltrato de que estaban siendo objeto. El miércoles 8, el cónsul cubano visitó Carmichael y anunció que estaba realizando las gestiones para repatriar a los cubanos. Ese anuncio al parecer provocó la fuga de tres de los detenidos al día siguiente, jueves 9 de diciembre.

Esto provoca la ira de la guarnición y durante un recuento golpean a varios cubanos, los encierran en las barracas y al regresar a ellas agreden al cubano detenido que sirve de intérprete. Los detenidos, tratando de contener las golpizas de los guardias, tratan de trancar la puerta, reacción que los guardias interpretaron como una amenaza para ellos y comenzaron a disparar balas de goma indiscriminadamente, lo que causó la hospitalización de nueve cubanos.

Durante la trifulca ocurre un incendio, pero tanto Frank García Llerena como Wilfredo Hernández me dijeron que ellos no se encontraban en el área donde ocurrió porque se habían replegado al final de la galera para protegerse de las balas de goma que continuaban disparando. También me contaron que cuando la situación fue controlada uno de los niños continuaba llorando de ver tanta violencia y un oficial golpeó salvajemente a la madre y al niño, simplemente porque ella no lograba tranquilizarlo.

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