www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 2/3
 
Conversación con Ignacio Vidal-Folch
En su novela 'Turistas del ideal', el escritor catalán se burla despiadadamente de la 'beatitud izquierdista' y de la pereza mental de ciertos progresistas.
por JUAN ABREU, Barcelona
 

Abundando en la cuestión. Alguien ha calificado esta actitud como una "forma perversa de racismo". Porque estos intelectuales ven justificables, para otros, faltas de libertad y ausencia de derechos civiles y humanos que nunca aceptarían para sí mismos. Es como decir, bueno, para estos indios está bien eso, pero para nosotros, europeos, blancos, no es aceptable…

Turistas del ideal

Claro, por eso en la novela uno de los rompeolas de esas contradicciones es Cuba. La simpatía, la complicidad de esos tres intelectuales prototípicos con un régimen que les parecería abominable si lo tuvieran que sufrir en su país, pero que como destino turístico es formidable, responde a la mentalidad claramente colonial de muchos artistas e intelectuales españoles que aún no se han enterado, o no se han querido dar por enterados, de lo que ha supuesto esa malhadada "revolución" para los que la sufren. No sé si es que están ciegos o es que son tontos. O algo peor.

La novela tiene como blanco fundamental el ya difunto movimiento zapatista del subcomandante Marcos, que en su momento consiguió que tantos intelectuales izquierdistas hicieran el ridículo…

Yo he leído bastante sobre Marcos y en realidad no me he formado una opinión clara sobre él. En principio, alguien que se alza en armas no me cae simpático, aunque a lo mejor tenga razones de peso para ponerse a pegar tiros y jugarse la vida de otros. En esa revolución murió mucha gente, y… Oye, aquí muchos tribunos tuvieron su opinión formada de inmediato, sin necesidad de salir de sus piscinas. Dicho así te sonará a demagogia, pero es que nuestro mundillo intelectual ya es parodia de sí mismo, se adapta a sus propios estereotipos que da gusto.

¿A quién cree que tiende lazos espirituales su novela? ¿Swift, Orwell, Rabelais?

Ojalá. Pero creo que está más en la línea de alguna comedia negra de Ballard. Es más costumbrista y menos apocalíptica.

Independientemente de lo que se haya propuesto denunciar o desnudar al escribir Turistas del ideal, la novela es espléndida desde el punto de vista que importa: el de la escritura. La prosa es escueta pero rica, la estructura dinámica, el ritmo ágil, y el lenguaje alcanza en ocasiones una gran musicalidad. Hay una madurez en el uso del idioma, en mi opinión, respecto a sus libros anteriores…

Siempre lo que quiero es ser ameno, ser preciso y ser claro. Este es un libro más ideológico y a la vez más pegado a la realidad que los otros, porque lo he escrito en respuesta y burla de actitudes que me irritaban y que no veía contestadas por otras plumas. Me refiero a esa beatitud izquierdista, a cierto bonismo, ciertas ideas a priori repetidas mil veces y nunca cuestionadas; esa pereza mental, esa autoindulgencia que padecen tantos progresistas entre nosotros que, parafraseando a San Agustín, parecen decirse: "Ama al pueblo y haz lo que quieras". Y esa vanidad injustificada de tantos colegas…

También es un libro escrito con más frialdad que los demás, con más cálculo. La ilusión juvenil por escribir ya la he perdido, pero sigo, para evitar males mayores. En realidad lo que me gusta es leer, es más placentero y descansado, pero el escritor que no escribe es infeliz.

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