www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 3/3
 
Conversación con Ignacio Vidal-Folch
En su novela 'Turistas del ideal', el escritor catalán se burla despiadadamente de la 'beatitud izquierdista' y de la pereza mental de ciertos progresistas.
por JUAN ABREU, Barcelona
 

Las conversaciones entre Vigil y su agente literaria no tienen desperdicio. El capítulo ocho, en el que los "turistas del ideal" chacharean, mientras beben espirituosas bebidas a prudente distancia de la turba protagonista de la Historia, es desternillante. Los personajes tienen una enorme autenticidad. ¿Ha sufrido personalmente a gente así, por eso los conoce tan bien? O se limita a imaginarlos…

Los vivo cada día. Soy uno de ellos. Desde que se establecieron los derechos de autor, el intelectual perdió la posibilidad de un destino tipo Verlaine. El escritor ya es un negociante al detall. Creo que precisamente Rimbaud, que era tan preclaro y vidente, lo entendió el primero. Puestos a hacer negocios, se dijo, hagámoslos en serio. Y se puso a traficar con armas. Era coherente. Pero otros, en cambio, quieren los beneficios de la venta de armas, y a la vez disfrutar del sentimiento de su bondad infinita, y quieren que se reconozca lo admirable de su sacrificio por la comunidad… Y claro, todo no puede ser.

¿Qué opinión le merece la narrativa española contemporánea? ¿Cómo ve su novela en ese panorama?

Yo leo libros antiguos, clásicos, y leo también libros de historia, pero novela de ahora no. Creo que la literatura ha dejado de ser un campo donde se trataban cosas decisivas. O quizás simplemente la pátina del tiempo parece que le da importancia y valor a los libros antiguos. O sea, que a mis contemporáneos no los leo, salvo lo que escriben algunos amigos.

Es que siento que los escritores españoles se me parecen, que piensan y sienten de un modo demasiado parecido al mío, y que hablan de experiencias prosaicas, sin misterio, que son las que ya conozco. Con ellos no tengo la sensación tan agradable de meterme en terrenos desconocidos. Quizá me estoy perdiendo algo bueno. Quizá ahora se está escribiendo la mejor prosa de todos los tiempos y no me entero. Eso se sabrá dentro de cincuenta años.

Sobre Turistas del ideal pende un hálito trágico, un descreimiento a propósito de la capacidad de los seres humanos para elegir el bien. De hecho, el desenlace de la trama no puede ser más cáustico. No se avizora grandeza por ninguna parte… Me equivoco, o no es muy optimista acerca del destino de la especie, acerca de su capacidad de redención. ¿Cuál es el papel, si tiene alguno, de la literatura en la llamada vida real?

Sin literatura, la vida sería mucho peor. Quizás sería insoportable. El arte se inventó porque la vida era claramente insuficiente. Vivimos en continua representación. Todo el mundo se pasa el tiempo mirando la tele, viendo películas, haciendo películas con su propia vida, porque tal como es, sin maquillaje, es algo aterrador. Y algunos afortunados nos la pasamos leyendo, y leyendo y escribiendo, corrigiendo al supremo hacedor.

Turistas del ideal es la primera novela de una trilogía…

Turistas… es la primera de tres novelas sobre la España contemporánea. Son disímiles de tono, de longitud, así que la palabra "trilogía" me parece que le queda muy grande al proyecto. La segunda novela, ya acabada, trata el tema del nacionalismo catalán, con una línea argumental trágica, espero que el lector llore. Y la tercera trata de la gente de derechas, quizá de los negocios, del edificio Windsor que ha ardido tan misteriosamente en Madrid…

Por último, hace poco se publicó otro de esos documentos de apoyo a la dictadura cubana, firmado por numerosos intelectuales y artistas españoles. ¿Qué piensa sobre algo así?

Yo a veces me pregunto si mis sarcasmos no son exagerados, si no soy injusto, severo como un clérigo. Debería comprender más y juzgar menos. Luego leo una de esas cartas de apoyo a Castro firmada por gente que se considera progresista, o esa entrevista en la prensa de la Isla donde una escritora española se quejaba, en La Habana, de la supuesta falta de libertad de expresión que hay en España, y entonces pienso que me he quedado corto.

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