www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 2/4
 
El enfant terrible del micrófono
'Los revolucionarios cubanos son profundamente burgueses y los intelectuales confunden el rigor con la solemnidad', confiesa el periodista Camilo Egaña.
por IVETTE LEYVA MARTíNEZ, Miami
 

¿Cómo fuiste a dar a Angola?

Estudiaba en Ceiba 5 (IPUEC "Simón Bolívar" de La Habana), y en onceno grado me expulsaron durante un año del sistema nacional de educación. Aparte de que no era muy disciplinado, decían que era "hipercrítico". Por suerte, mi mamá movió los caracoles y no llegué a cumplir la sanción, pero me quedé sin poder coger carrera.

En el año 81 me subí a aquel barco para Angola. Estuve en Huambo y Luanda. No participé en ningún combate, pasábamos después que la artillería, pero vi suficientes muertos como para no querer ver ninguna película de guerra en mi vida. Era radiotelegrafista, y eso me daba chance de oír la FM de Sudáfrica, donde ponían las canciones en inglés de moda.

Pasé mucha hambre y el miedo que no se me quitaba, y la sensación de que algo estaba mal y no saber lo que era. A lo mejor ahí fue cuando realmente perdí la inocencia. Estuve en dos cortes militares. En una porque amenacé a un teniente con una pala, en otra porque yo era como el bibliotecario de la unidad y decidí comprar Selecciones (Reader's Digest), y porque en la radiobase sólo ponía música en inglés. Regresé con paludismo y pesando 95 libras.

¿Cómo entraste en la televisión?

Después que me gradué, como era "Orden 20" (decreto que permite estudiar en la universidad a quienes pasen con mérito el servicio militar), tenía alguna flexibilidad en cuanto a ubicación. En ese momento deciden sacar a Teresita Segarra de Frente a Frente en la televisión.

Me llevó un amigo y grabé un programa piloto con Daniel Chavarría. Yo le había hecho una entrevista escrita y acordamos "palearla", luego sobre la marcha nos apartamos del texto y seguimos conversando. Consuelito Vidal dijo que en la historia de la televisión era uno de los poquísimos programas pilotos que habían salido al aire. Frente a Frente comenzó a cimentar mi imagen de "enfant terrible", los periodistas más viejos decían que yo quería imitar a Oriana Fallaci y Bárbara Walters, pero la verdad es que en esa época yo ni sabía quiénes eran.

Frente a Frenteempezó muy bien, pero terminó mal, con entrevistas a los vanguardias nacionales, por aquello de demostrar "contacto con el pueblo", giras de dos meses por todo el país sin ir a la casa, a pesar de que mi hijo estaba recién nacido.

Me prohibieron, por ejemplo, una entrevista con Fito Páez, porque la dirección del ICRT decía que era un maricón hippie. Otra, con Consuelo Vidal, me la engavetaron mucho tiempo. Lo que al final decidió mi salida fue una entrevista con una coreógrafa del Ballet Nacional de Cuba, en la que le pregunté por qué se estaban yendo las estrellas del ballet. Ella me respondió: "Usted es un provocador".

Con eso, Alicia Alonso —que es una persona que admiro profundamente al margen de su filiación política, porque yo respeto mucho el talento, para mí es como una cosa mística— me puso en la lista negra. Mandó una carta al Partido y nunca más me habló. La sanción fue mandarme al Noticiero Nacional de Televisión, pero le dije a Manelo (Ismael González, ex presidente del ICRT) que eso era una cloaca y que yo no merecía estar ahí. Eso fue como en el año 91. Me prohibieron entrar al ICRT, fue una etapa muy dolorosa. Sentía que estaba perdiendo los mejores años de mi vida.

¿Cómo fue tu experiencia en la radio?

Joel (Valdés) y yo hacíamos de todo en Radio Ciudad de La Habana (RCH): efectos, spots. Triunfamos porque hicimos un programa de radio como el que nosotros hubiéramos querido escuchar. Poníamos los mejores discos de la música americana, que nos dio Amaury Pérez Vidal. La gente creía que rompíamos esquemas, pero la verdad es que no sabíamos cómo hacer radio y estábamos experimentando.

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