www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 1/2
 
Donde conviven lo terrible y lo inocente
«Muchos coleccionistas creen que en Miami no hay buenos artistas. Aunque lo contrario está más que demostrado». Entrevista con el pintor Pedro Vizcaíno.
por JUAN ABREU, Barcelona
 

Estoy en la Pequeña Habana, o en lo que queda de ella. Llevo días encerrado en un automóvil, recorriendo Miami, maravillado de que la ciudad consiga parecerme aún más inhabitable que en mi anterior visita. Afuera, el calor es una especie de horror flotante y el cielo una chapa incandescente. He conducido hasta aquí para ver la obra de Pedro Vizcaíno. Antes, he visitado una excelente muestra de este pintor, apretujada en una pequeña sala del Wolfson Campus en el desangelado downtown de la capital del exilio.

P. Vizcaíno
Pedro Vizcaíno. (Pedro Portal)

La obra de Vizcaíno es una explosión. Los colores han sido liberados y la violencia es dueña del paisaje y no puedo dejar de pensar en que estos dibujos y pinturas, volcánicos, veloces, son muy de esta ciudad. El pintor es joven y estudió en las mejores academias de la Isla. Y ahora está instalado en la Pequeña Habana y tiene la cortesía de responder a mis preguntas.

Pedro, ¿quién es usted? ¿Qué busca? ¿Qué le impulsa? ¿Adónde quiere llegar?

Recuerdo que cuando era pequeño, me llamaban la atención las historietas del Pato Donald, el Pájaro Loco, Mickey… que me traía mi padre cuando regresaba de un viaje. Quizás ahí comenzó todo. Vivía con mis padres y mis abuelos. Mi abuela me educó para que fuera pintor. En mi casa de La Habana colgaban reproducciones de Miró, Picasso, Goya. Mi pintura refleja lo que veo a mi alrededor. Pinto para mí, para estar contento conmigo mismo. Busco un arte que sea sencillo, emotivo, directo, que conserve al niño adulto. Un niño que es sensible a temas universales, en los que la Historia del Arte tiene un papel muy importante. Creo en la belleza estética, en un arte que motive, que denuncie; un arte antiguerra, antivacío, antidecorativo, antimaquinaria, antirrepetitivo. Creo que el arte es una idea, una actitud ante la vida. Decía Keith Haring en su Diario: "Intento pensar con imágenes en lugar de con palabras".

¿Cuáles son las diferencias entre la obra que realizó en Cuba y la que hace en Miami?

En Cuba participé en algunas exhibiciones colectivas y formé parte de un grupo que hacía graffiti en las calles de La Habana. El grupo se llamaba Arte-Calle. Fue una manera de ganar experiencia. Era muy joven. En mi casa, dibujaba y pintaba sobre papel, pequeños formatos, por problemas de espacio. Me gusta el papel. Dibujaba figuras con colores estridentes, gráficas, planas. Tenía una marcada influencia de las corrientes vanguardistas francesa y norteamericana. Era un juego estético puro, irónico, cercano al bad-painting.

En 1992 salí a México, gracias a una beca de pintura que me dio Raquel Tibol. En México mi trabajo fue una especie de resumen de lo último que había hecho en Cuba: low art, parodia, bad-painting, grotesco… Cuando me trasladé a Miami pinté cuadros con mucho amarillo y algunos con la imagen de Mickey Mouse. En uno aparece una cafetera cubana derramando el rostro de Mickey en una taza. Pensaba que así era el cubano de Miami, al estilo de Gloria Estefan.

Después conocí Nueva York y esta experiencia sí cambió mucho mi visión del arte. Surgen temas como el stress, la suciedad, la violencia en una gran ciudad, figuras con los ojos desorbitados. Una mezcla de cómics y pintura. Mis colores eran el amarillo y el negro. Luego, con el paso de los años mi temática se ha hecho más personal, aparecen los aviones, las pistolas, los tanques de guerra, los gangueros… dibujos sobre cartón, esculturas también de cartón, de cajas de embalaje... creo escenarios implosionados, de una energía concentrada, escenarios donde colisionan el bien y el mal, la vida y la muerte, el impacto de la tecnología sobre nuestra humanidad. Ahora mi trabajo es más libre.

Ha trabajado en un supermercado para ganarse la vida. De esta experiencia surge la utilización de cartón de embalaje y otros materiales desechables para sus esculturas y dibujos. ¿En qué consistía su labor en el supermercado y por qué le interesaron estos materiales?

Trabajé en un supermercado de noche, y dibujaba durante el día. Desempacaba rollos de papel higiénico y los colocaba en los estantes. También colocaba los productos en las bolsas de los compradores. Un trabajo mecánico, frío. No tenía mucho dinero para comprar materiales, así que comencé a usar los que tenía a mi alcance, que tocaba todos los días. Materiales de desecho, excrecencias del supermercado. Quería darle vida al vacío y al embrutecimiento del trabajo en un supermercado.

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