www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 1/4
 
«No creo en el exilio como fatalidad»
El escritor Ernesto Hernández Busto cree que la literatura cubana del exilio asiste a un desplazamiento hacia el ensayo, que viene a dar cuenta del desarraigo de manera mucho más profunda que la novela.
por JORGE LUIS ARCOS, Madrid
 

Recientemente se presentó en Casa de América el libro de ensayos Inventario de saldos. Apuntes sobre literatura cubana, de Ernesto Hernández Busto, publicado por la Editorial Colibrí. El libro fue comentado por el escritor catalán Ignacio Vidal-Folch y por quien esto escribe.

E. H. Busto
Ernesto Hernández Busto.

El año pasado, Hernández Busto ganó el III Premio de Ensayo Casa de América, con el libro Perfiles derechos,en el que analizaba las fisonomías de nueve escritores reaccionarios del siglo XX.

Nacido en La Habana en 1968, el escritor hizo estudios de Matemáticas en la antigua Unión Soviética. Emigró de Cuba en 1991 y residió ocho años en Ciudad de México, donde colaboró regularmente en la revista Vuelta, dirigida por Octavio Paz. Desde 1999 reside en Barcelona, donde ha publicado traducciones del ruso y del italiano.

La conversación con Encuentro en la Red se produjo momentos después de la presentación de su nuevo libro, Inventario de saldos. Apuntes sobre literatura cubana:

Dos contenidos muy generales pueden caracterizar sus preocupaciones centrales en Inventario…: el canon literario cubano (su relectura) y una perspectiva crítica (y confesional) de un escritor marcado por el fenómeno de la diáspora: la necesidad de recrear desde ella una memoria tanto personal como generacional de la historia literaria de la nación cubana. En este sentido, ¿cree que recreación, relectura, memoria creadora, pueden ser términos concurrentes?

Me parece curioso que la polémica sobre el canon literario cubano haya tenido lugar fuera de la Isla. Ni González Echevarría, ni Rafael Rojas, ni Emilio Ichikawa, ni Jorge Ferrer, por citar sólo algunos críticos que han tocado el asunto, escriben hoy dentro de Cuba. Ni Encuentro ni los libros de Colibrí se distribuyen allá. Las revistas electrónicas La Habana Elegante o Cubista tampoco pueden ser consultadas ni comentadas en Cuba. Supongo que se trata de una coincidencia sintomática: esta vez ha sido el exilio lo que ha provocado una necesidad de enlistar la tradición fuera del comportamiento bovino de un discurso ultranacionalista.

Reajuste emocional, sin duda, que le devuelve a nuestra crítica literaria un espacio de subjetividad —confesional, si se quiere—, inherente al género pero que diversas modas y sinrazones habían relegado a la clandestinidad. Creo que la literatura cubana del exilio asiste hoy a un desplazamiento importante: el ensayo está de vuelta y viene a dar cuenta de esta experiencia de desarraigo de manera mucho más profunda que, por ejemplo, la novela, género en el que se aprecia cierta fatiga temática y de lenguaje. Es sólo una impresión, pero creo que ahora mismo, entre cubanos "de fuera", cada vez hay más ensayos interesantes y menos novelas que valga la pena leer.

Su ambición por escribir una biografía de José Lezama Lima, de la cual incluye aquí el capítulo "Hotel Vedado", ¿puede explicarse como el intento por encontrar un sentido al pasado, al presente e incluso al futuro de una cultura, incluso de una persona: ese ensayista que pregunta por un sentido desconocido?

Mi proyecto de una biografía de Lezama surge de la incomodidad ante nuestra indigencia biográfica. Lo que me interesa de Lezama ha venido a situarse poco a poco en un terreno que abarca, al mismo tiempo, a la persona y al personaje. Lezama ya es el "caso Lezama". Pero además, hemos caído en una trampa tendida por el propio escritor: la advertencia de que él no tenía biografía, de que habitaba "en lo que queda al pasar por el espejo".

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