www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 5/5
 
Glexis Novoa: el pesimismo creativo
Una mirada a la generación plástica de los ochenta por intermedio de uno de sus protagonistas.
por EMILIO ICHIKAWA MORíN, Homestead
 

Me interesa el parecido entre el Chrysler Building de Nueva York y el Edificio Bacardí de La Habana. La intención es la misma. Cuando te acercas y entras en una de esas estructuras, sientes el poder, sientes la influencia que la arquitectura ejerce a través de un preciso discurso sensorial. No es por casualidad que el objetivo principal de Osama Bin Laden fueron las Torres Gemelas: Merry Lynch, American Express, todo eso… Él quiso "destruir los símbolos del Poder". Su principal intención fue atacar un símbolo de poder, no a los ciudadanos. Eso explica mucho al respecto.

Las ideas religiosas… ¿Cómo percibe, por ejemplo, el tema de Dios y la muerte?

Tengo una mezcla genética bastante variada y arraigada en mi. Me han llamado mulato, jabao, negro, blanco, chino, ¡de todo! De esa mezcla he heredado muchas cosas, vivencias, pero sobre todo una noción muy íntima, familiar, de lo que es la fe y la religión que practicamos en Cuba. Respeto todas las religiones como cultura, aprendo todo lo que puedo sin ser fanático ni dependiente de un dogma.

Pienso vivir 120 años, con los microships o conectado a una computadora. La cosa es ponerse viejo. La otra opción prefiero dejarla para el final. He crecido rodeado de ancianos, centenarios, a los que he aprendido a respetar y, sobre todo, aprender de ellos.

Se habla bastante de la llamada "auto-invención" del artista, el personaje como una prolongación de la propia obra. ¿Usted se ha inventado un personaje?

En el barrio a mí me decían "vida extraña", "el burgués". He crecido entre artistas, los he conocido como personas y no me impresionan ni me interesan las apariencias. No pierdo el tiempo en crearme una imagen como artista. Después que supe que Onelio Jorge Cardoso era un guajiro, un tipo sencillo… También está el extremo, he visto llegar a mi casa en La Habana a un célebre escritor vestido con un conjunto bien atrevido, con pamela y zapatos de tacón, y pasar la tarde hablando de literatura con mi madre… Cosas como esas me enseñaron a ver los "personajes" por dentro, en su autenticidad, como si fueran transparentes.

Acerca de los libros y el estudio, ¿es de los que dicen "yo sólo mancho telas" o tiene todavía alguna pretensión teórica?

He leído poco, pero buena literatura. Ahora estoy tratando de organizar mi vida, mi tiempo, para leer más cosas que me interesan.

Estoy abierto a todo, luego elijo y me quedo con lo que más me interesa. He recibido mucha información fragmentada. Con la velocidad de la vida de hoy no debemos cerrarnos a los nuevos recursos informáticos. Hoy nos movemos de un continente a otro mientras hablamos por teléfono, vemos una película, navegamos por Internet o leemos un libro.

Me interesan las ideas de Paul Virilio sobre la velocidad, la ciudad, el paisaje. Creo que hoy en día la información es un fenómeno naturalmente fragmentado por la velocidad de los eventos.

Hace poco vi unos arlequines casi escondidos en unos trabajos de Portocarrero; persigo al arlequín naranja de Picasso en el Metropolitan y al rojo y negro de Cezanne en la National Gallery. Es uno de mis temas favoritos. ¿Trabaja también el arlequín en su simbología?

No le he dedicado tiempo a ese concepto. Quizás el bufón he sido un poco yo.

Es verdad esa doble función del bufón: decir verdad y hacer reír. Hacer reír con la mentira, la fantasía, es fácil. Y no es tan difícil hacer llorar con la verdad. El reto es hacer reír con la verdad.

En 1988, Robert Rauschenberg estuvo en Cuba. Mientras daba una conferencia en el Museo Nacional de Bellas Artes, Aldito Menéndez se le sentó delante, disfrazado de indio. Era un performance. ¿Una "bufonada"? Al pasar los años, Aldito se preguntaba si el visitante había entendido o si pensó que era un indio auténtico…

Consuelo Castañeda hablaba de "un gestico" cuando se refería a una de sus obras efímeras donde se disfrazó de vagina e interrumpió una conferencia arrojando pequeños chorros de un dudoso líquido a los allí presentes. Recuerdo que Cuenca estuvo tres horas fuera del Castillo de la Real Fuerza brincando como un bufón. Tenía un traje como de arlequín, pero los cuadros imitaban los ladrillos del castillo, de la estructura, lo que representaba. Y creo que hizo reír a los espectadores con la verdad, la verdad desde El Castillo y la verdad dentro del Castillo.

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