www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
  Parte 3/3
 
Un limbo con sabor a infierno
Componenda entre La Habana y Nassau contra los balseros cubanos detenidos en Bahamas. Armando Álvarez, del Comité de Ayuda a los Activistas de Derechos Humanos, explica los atropellos más recientes.
por ENRIQUE DEL RISCO, Nueva Jersey
 

¿Qué versión han dado las autoridades de Bahamas sobre estos hechos?

Las autoridades de Bahamas han declarado que los detenidos provocaron el incendio para facilitar la fuga, que agredieron al personal de seguridad de la cárcel y le quitaron las armas, y otras afirmaciones de ese tipo, totalmente insostenibles.

Amnistía Internacional, un organismo respetado y con una larga experiencia en este tipo de casos, no ha dado crédito a la versión de las autoridades de Bahamas. Debes darte cuenta que por muy desesperados que estén los detenidos cubanos, allí hay mujeres y niños, con lo cual es muy difícil que ellos tomen la iniciativa de incendiar el campamento o agredir a los guardias, ya que de esa forma pondrían en riesgo la vida de los más indefensos.

¿Cuáles han sido las principales reacciones oficiales sobre estos eventos?

El consulado cubano en Bahamas, a diferencia de lo que haría cualquier representación consular por sus compatriotas, más allá de cualquier diferencia política, no ofreció apoyo a sus conciudadanos. El cónsul general en Bahamas, Félix Wilson Hernández, declaró que no había justificación para incendiar los edificios y tratar de escapar, y que estaba coordinando con el gobierno de Bahamas la repatriación de los detenidos a Cuba.

Aceptemos que la provocación partió de las autoridades carcelarias del campamento. ¿Qué interés podrían tener éstas, o incluso el gobierno de las Bahamas, en provocar incidentes de este tipo?

Hay varias cosas a tener en cuenta. Por una parte, está la necesidad que tienen ellos de resolver el problema de la forma más cómoda. Evidentemente, los cubanos, sobre todo los del grupo disidente, les estaban creando dificultades. Por otra, ya desde nuestra primera visita a Bahamas pudimos comprobar la existencia de una gran cantidad de negocios cuyos dueños son cubanos de la Isla; es decir, gente que responde directamente al gobierno cubano, lo cual implica un interés de éste en asegurar su presencia económica y su influencia de todo tipo en ese territorio.

Tampoco se pueden descartar ciertas facilidades que le darán las autoridades de Bahamas para establecerse. Además, fíjate si el gobierno de Bahamas le concede importancia a sus relaciones con Cuba, que hemos recibido la información de que para el año que viene van a abrir una embajada en La Habana y el embajador designado será el actual ministro de Relaciones Exteriores.

No es difícil imaginarse la situación. El gobierno de Bahamas, por una parte, quiere salir de los detenidos que les han creado problemas, denunciando los maltratos contra ellos mismos y contra otros detenidos haitianos y africanos, y creando conciencia entre los detenidos de cuáles son sus derechos.

Por otra parte, el gobierno de Cuba se ofrece a repatriarlos, sobre todo interesado en echar mano a los opositores. Pero el gobierno de Bahamas no puede deportarlos de cualquier forma, así que necesitan un pretexto. Empiezan a provocar a los detenidos con el asunto de la comida. El punto decisivo fue cuando el cónsul cubano visitó la prisión ofreciendo "generosamente" la repatriación el primer miércoles de diciembre. Al día siguiente, fue la fuga y todo lo demás. Con los detenidos acusados de delitos comunes es muy fácil proceder a su deportación.

¿Cuál es la situación de los refugiados en estos momentos?

Según los últimos datos que pude confirmar, con llamadas a un oficial del centro de detención de Carmichael, 22 de los cubanos ya han sido deportados a la Isla. Otra parte, como ya dije —entre ellos todos los militantes del 30 de Noviembre—, ha sido enviada a Foxhill, una prisión de máxima seguridad. Y lo peor de eso es que hasta ahora no he visto que ningún medio importante haya dado esa información.

¿Qué fue lo que más te impresionó de tu encuentro con los compatriotas presos?

Bueno, cuando estaba en la estación de policía recuerdo que le pregunté a Wilfredo Hernández —un muchacho joven, de carácter fuerte, de los que se ve que no se ablandan fácilmente— que si quería que le comprara algo. Lo que me respondió me partió el alma. "No te gastes un centavo en mí", me dijo. "Yo lo que no quisiera es que me mataran donde nadie me conozca".

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