www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
  Parte 1/6
 
«Los cubanos tienen derecho a decir 'no estoy de acuerdo'»
Benito Zambrano, que acaba de estrenar en España la película 'Habana Blues', habla con Encuentro en la Red sobre el mundo de la música underground en la Cuba de hoy.
por YANET PéREZ MORENO, Madrid
 

El cineasta español Benito Zambrano, que conquistó al público y la crítica en 1999 con su opera prima Solas, ha vuelto a la gran pantalla con la película Habana Blues, sobre la música cubana más underground.

B. Zambrano
Benito Zambrano (dcha.).

Con apenas tres semanas en cartelera, la película se cuenta entre las diez más vistas en España, y ha recaudado más de un millón de euros. También, su banda sonora figura entre los 50 discos más vendidos por estos días.

El guión de Habana Blues se empezó a escribir en 1994. Aunque al principio la idea de Zambrano era presentar la historia de dos "novísimos" trovadores cubanos, durante un viaje a la Isla en 2002, cambió radicalmente el argumento de la historia, tras visitar distintos ambientes de la música más alternativa y contracultural que se hace en Cuba —como el Patio de María— y explorar el mundo del hip-hop y el rock, con grupos como el "irreverente" Porno para Ricardo.

¿De dónde surgió la idea de hacer una película sobre estos grupos underground, ajenos a los circuitos oficiales, o lejos de la trova tradicional o la salsa?

Me pareció mucho más rico hacer un recorrido por todos esos grupos, que en definitiva era un recorrido por la juventud cubana más underground o más alternativa, o más contracultural o marginal. Eso me llevó a cambiar los conceptos musicales y las tribus que íbamos a reflejar en la película. Sería mucho más rico y bonito que centrarse en un solo grupo.

El fenómeno de Habana Abierta me resultó simpático. La idea que yo tenía fue un poco lo que sucedió con ellos: el grupo de jóvenes cubanos que viene a España y se van a comer todo, van a triunfar. A veces los cubanos se miran demasiado el ombligo, pensáis que son el centro del mundo. A nivel musical, es verdad que son muy buenos. Por ejemplo, Kelvis Ochoa, Habana Abierta, Raúl Torres… y todos los que viven aquí, son excelentes músicos, pero a nivel comercial no han conectado, no tienen gran repercusión.

¿La idea era "dar voz" a estos músicos alternativos, no oficialistas?

Pues sí. Una de mis intenciones era darles un lugar para que se viera que ellos están ahí, que son otro tipo de gente joven, con otra manera de vivir, de pensar. En Cuba, en los últimos años, ha habido una especie de separación, de divorcio, entre una gran parte de la población y lo que es el establishment. Sobre todo la gente joven ha cogido por otro camino. La gente vive y está allí, pero va a su rollo. Tiene que vivir con ese sistema, pero ya ni siquiera se habla, ni se debate sobre lo que dijo o no Fidel. Creo que están out del sistema, que los ha ido expulsando, porque rechaza a mucha de esta gente.

Para la oficialidad, y para los más retrógrados y oficialistas, estos músicos son marginales. Pero ellos están perfectamente integrados en la sociedad, sólo que hacen un tipo de música diferente, se visten diferente a lo que ellos quieren, y pasan del sistema. Es una manera de apartarlos.

Igual pasa con el show de los travestis que sale en la película, los utilizamos por la movida que hubo en Cuba de cerrar cabarés… En vez de buscar actores, elegimos a travestis mismos, a homosexuales que hacen esos espectáculos, para hacerles su pequeño homenaje y darles el lugar de respeto que se merecen.

¿Es una situación generalizada entre quienes hacen este tipo de música en Cuba, el no tener condiciones para grabar, ni equipos, ni apoyo de los medios y las instituciones culturales?

En el mundo de casi todos esos grupos que aparecen en la película es así. De pronto alguna discográfica hace recopilaciones de hip-hop, pero ninguno de estos músicos tiene un contrato en firme. Tampoco las disqueras cubanas se han interesado, incluso la propia EGREM. Es un fenómeno que, a nivel interno, no interesa. No tienen el apoyo que deberían, ni espacio suficiente, ya que se apoyan cuarenta mil cosas culturales. Y están más encima de ellos porque la música es rebeldía, y para ser joven y rockero, tiene que haber un componente de irreverencia, ser contestatario, y eso en Cuba se lleva muy mal.

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