www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
  Parte 4/4
 
Para Bailar con Salvador
Salvador Blanco, el popular animador que hizo época en la televisión cubana, cuenta su historia de estrella, preso y exiliado.
por IVETTE LEYVA MARTíNEZ, Miami
 

Perdí la noción del tiempo pero estuve ahí castigado, después de la bronca, entre 21 y 45 días. Leí un libro de como 800 páginas de la vida en la Corea comunista. Al lado izquierdo tenía un tipo diabólico, de Namibia, que violó y asesinó a una niña de dos años, y a mi derecha, uno de los criminales más grandes de Matanzas, que le decían Matancita.

Tenía 33 años cuando cumplí la condena. Me mandaron a uno de los peores barrios de Cuba, La Corea, a trabajar en la construcción porque si no me aplicaban la ley de peligrosidad, y para dentro otra vez. Fui resolviendo otros trabajos porque la gente me seguía queriendo. De las guaguas me gritaban: 'Salvador, estamos contigo'. Salí de la cárcel en abril y me fui de Cuba en noviembre para Francia, por gestiones del presidente François Miterrand, del actor Yves Montand y del activista de derechos humanos Ricardo Bofill.

Estuve cinco años en Francia, donde hice radio y estudié realización de televisión. Trabajé en Radio Montparnasse, una emisora bilingüe, en La Voz del CID (Cuba Independiente y Democrática), y en un programa que se oyó mucho en Cuba, París Bailar, desde la Torre Eiffel, que llegaba a través de Radio Martí. Desde 1987 trabajé para Radio y Televisión Martí, desde Francia.

¿Por qué decidió venir a Estados Unidos?

Por comemierda. Cuando llegué a Miami estaba contratado por el gobierno de Estados Unidos, La Voz de las Américas y Radio Martí, y cada comemierda que me encontraba era presidente de una compañía. Lo que yo no sabía era que una compañía era un librito con un cuño y una cuenta de banco de la que había que preocuparse para no caer en números rojos.

Me radiqué en Miami en 1990 ó 1991. Acá tuve los programas A media mañana, Noticias de qué, noticiero humorístico para un canal local, y Desde la acera de enfrente,programa de humor político con personajes como Melesio, Bernabé y yo, y chistes de todo tipo. Como La Voz de las Américas tiene una serie de estatutos, había que darle vuelta a algunos chistes, y de ahí viene 'estaba Quien-tú-sabes', 'tipango'… El humor, a partir del momento en que sale, ya no tiene dueño, se pierde la fuente.

Entonces, ¿le ha ido bien o no?

Pero hubo un momento en que me quedé en el aire de todo, porque tuve un problema burocrático en Radio Martí. Me compré una cámara para venderle imágenes a los noticieros y luego compré un equipo de edición y lo monté en el garaje de mi casa. Era tan nuevo y tan bárbaro en la época, que nadie sabía usarlo. La lógica me ayudó, y como tenía una deuda de miles de dólares, logré dominar el equipo, pero perdí el pelo.

Me he roto las espaldas como camarógrafo en este país, y escogí el camino de la edición, la cámara, el reportaje y la noticia para no caer en la vulgaridad; considero que hay una vulgaridad enorme en los medios de comunicación. Como único la justifico es en un día flojo, por eso de que no tuviste tiempo, no hubo una preparación; un día un 'coño' o un 'carajo' te puede salvar, pero creo que en general la vulgaridad no tiene justificación alguna.

¿Extraña la popularidad que tenía en Cuba?

Uno quiere ser popular, pero luego quieres ponerte gorra, espejuelos, barba, para que nadie te vea y nadie te reconozca, para poner tener vida. Aun así, 25 ó 26 años después de Para Bailar, todavía voy a las playas de aquí y antes de entrar al agua tengo que hablar con mil gentes.

¿Ha pensado alguna vez hacer Para Bailar en la televisión de Miami?

La crisis de programación actual puede ser el momento ideal para sacar Para Bailar. Cary Ravelo está dispuesta a hacerlo conmigo, y tengo el respaldo de anunciantes que están dispuestos a meterse conmigo en esa aventura. Ya veremos.

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