Presentación  
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Arles Iglesias (La Habana, 1975) forma parte de una nueva generación de fotógrafos cubanos, fraguada al calor de la gran explosión que experimentaron las artes visuales de la Isla en la década de los ochenta. Frustrado el proyecto revolucionario, la utopía socialista deja de tener sentido y la realización del sujeto —supeditada hasta ese momento a una epopeya colectiva— se desplaza al terreno de lo individual. Esta postura se traduce necesariamente en revisión y crítica de la representación. Práctica visible a través de la adopción de lenguajes fotográficos menos narrativos, cuya gramática representacional está más cerca de lo simbólico que de lo metafórico.

La fotografía deja de ser una crónica sociocultural o política, que explosiona hacia fuera con el matiz de un documento histórico; se convierte en una implosión hacia dentro al refractar en el sujeto, proyectándolo sobre una imagen cargada de pulsiones subjetivas que interpela todos los niveles de la realidad.

La imagen fotográfica que en los gloriosos años de la revolución ilustraba —en buena medida— un discurso modernista de logros y transformaciones socioeconómicas y culturales, comienza a ser explorada desde una mirada subjetiva. Atravesada por la decepción y el engaño, esta subjetividad se instala muchas veces en los terrenos de la utopía interior y el cinismo.

La propuesta de Arles Iglesias en esta serie, titulada Abstractas, se puede ver como una reflexión acerca del vínculo entre arquitectura, entorno urbano y naturaleza, vistos dentro de un diálogo contradictorio. Esa simulada fragmentación del espacio arquitectónico, sirve al autor para desarrollar una percepción de ingravidez que rodea las "figuras edificios". Son construcciones que por la alteración visual de sus características arquitectónicas producen vértigo, y trasmiten frialdad y hermetismo. El efecto provocado por la yuxtaposición de diferentes planos, da la sensación de que flotan en el aire, buscando el cielo como si se tratase de la obsesión gótica por la verticalidad.

En Abstractas se advierte también una sutil crítica a los esquemas constructivos y arquitectónicos impuestos por las contingencias de los enunciados político-ideológicos de la revolución, muy alejados del espíritu y la historia de la arquitectura cubana.