www.cubaencuentro.com Viernes, 16 de mayo de 2003

 
  Parte 1/3
 
Pollo a la escaramuza
Mientras los norteamericanos se preparaban para derrocar al hermano régimen iraquí, el Comandante decidió golpear la retaguardia del enemigo.
por ENRISCO, New Jersey
 

Algo se me escapa. Ya sé que mi maltrecho cerebro no es lo más apropiado para comprender las infinitas y complejas variantes de la experiencia humana, desde las Cuevas de Altamira hasta la fecha, pero aún con esa decisiva limitación lo sigo intentando para fracasar miserablemente una y otra vez. Incluso en temas que debieran resultarme más cercanos, como el de la situación política cubana, la más lúcida conclusión que he podido sacar es esta: ¿Eh?.

Tomemos, por ejemplo, lo ocurrido en los últimos meses en la Perla de las Antillas, Antemural de las Indias, Faro de América y Patria Fecunda del Balsero. A comienzos de año el Gobierno cubano se empeñó en una cruzada contra algo que hasta el día anterior, de acuerdo con la prensa oficial, no existía: el narcotráfico. Ahí empezaron mis tribulaciones con la lógica en el año en curso. Que junto a los traficantes de drogas cayeran en las pacientes y resistentes redes de la policía gente que se ganaba la vida alquilando vídeos, tostando maní o vendiendo coquitos acaramelados, causaron mi primer cortocircuito cerebral del trimestre. Así que traté de resolver el problema por vía empírica: después de zamparme tres quilos de coquitos acaramelados puedo afirmar, contra lo que parece pensar la policía cubana, que los coquitos no tienen propiedades estupefacientes a menos que se consideren como tal los síntomas de la diabetes.

En las siguientes semanas esperé que, dado el flexible concepto de drogas que tenía la policía cubana, las redadas se enfilaran hacia la Iglesia católica por aquello de que "la religión es el opio del pueblo", pero no. Contra mis predicciones, las semanas siguientes fueron testigos de la más amplia, pública y agresiva redada que conozca la Isla contra opositores pacíficos, activistas de derechos humanos y periodistas independientes; o para resumirlo en el conciso y esclarecedor vocabulario de la prensa oficialista: agentes del enemigo. El enemigo es, se sobreentiende, el imperialismo norteamericano y la mafia de Miami. El primero, como represalia, optó horas después por empezar a bombardear Irak. Siempre se ha dicho que los norteamericanos andan flojos en geografía, pero no es para tanto. Debe haber otra explicación. Algunos piensan que habría que buscar la explicación en sentido inverso. Es decir, que cuando comenzaron las detenciones ya se daba por seguro el comienzo de la guerra contra Irak, así que la guerra se debía ver como causa más que como consecuencia de las detenciones cubanas. O sea que, mientras los norteamericanos se preparaban para derrocar al hermano régimen iraquí, el Comandante decidió golpear la retaguardia del enemigo. Hay algunos que han llegado a pensar que la razón de tal coincidencia se debe a que el Comandante quiso asegurarse de que las noticias de las detenciones aparecieran en la página 40, sección E, de The New York Times, porque las 439 anteriores estarían atiborradas con referencias a la guerra (Jardinería: El arte del camuflaje. Cocina: Pollo a la escaramuza). Ello equivaldría a decir que el Comandante creía que lo que hizo no era correcto y debía ocultarlo de la mejor manera posible a los ojos del mundo (al tiempo de hacerlo visible para sus compatriotas), y que le interesa más la opinión pública mundial que la de sus propios compatriotas, cosa que como todos sabemos no es cierta. Además, sería ilusorio pensar que tantos pacifistas, alertas ante la injusticia en cualquier parte del mundo que se presente, serían incapaces de girar el cuello hacia Cuba por estar entretenidos en seguir la trayectoria de los cohetes al caer sobre Bagdad.

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