www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
   
 
Peligrosamente en cuatro
por RICARDO GONZáLEZ ALFONSO, La Habana
 

He sorprendido a un caballo mirando con nostalgia el cielo. Anhela convertirse en Pegaso. Y resulta comprensible. Si ser cubano en Cuba es la penúltima carta de la baraja, la última es ser cuadrúpedo en tiempos de hambruna.

Picasso a caballo
Picasso a caballo (García Marín).

Hasta para los chistes políticos utilizan a los de cuatro patas. Es vox populi que en una calle de La Habana soltaron a un penco esquelético con un cartel que decía "¡Ay, me vengo cayendo!". Los extranjeros no comprenderán la broma. No saben a quién corresponde el mote de "El Caballo".

Pero hay casos más dramáticos. En el poblado de Aguada de Pasajeros, cuando desapareció la mula que tiraba del carretón de la basura, los vecinos intuyeron que a la bestia la transformarían en carne estofada. Pronto se descubrió al autor del "mulicidio": El delegado de la delegación del Poder Popular donde trabajaba la occisa (ignoro quién hala ahora el carretón).

A veces el hambre se mezcla con el humor negro. En la ciudad de Manzanillo, un montero, para evitar que le robaran el caballo, construyó un cubículo que llegaba al lomo del equino. Una mañana vio que el animal estaba con la cabeza reclinada. Al asomarse, descubrió que le habían cortado las cuatro patas a su Rocinante. Los matarifes clandestinos habían montado a su víctima en dos burros de madera. Además, dejaron un cartel: "No camina por falta de ruedas".

A una veintena de kilómetros monte adentro, cerca del caserío Cayo Espino, el jefe del sector de la policía, conocido como El Zorro, iba en su bicicleta cuando vio a un montuno en una yegua trotona. El militar gritó: "¡Alto!". El jinete no escuchó, o vaya usted a saber. Lo cierto es que El Zorro disparó su revólver. La bestia, herida, salió como potranca que lleva el diablo. A unos 400 metros cayó. El agente pedaleó la distancia y le impuso una multa al guajiro por desobedecer a la autoridad. "Oficial, ¿y a mí quién me paga la yegua?". "Ni sé ni me importa— respondió El Zorro—, pero me firmas la multa o acabas como ella" (hay quien asegura que durante unos días hubo tasajo en el mercado negro de Cayo Espino).

En la región central de Cuba ocurrió un hecho insólito. Posiblemente un delito no previsto en ninguna legislación del mundo: El secuestro de una vaca. En este país todo el ganado mayor está censado. Los propietarios están obligados a reportar la muerte de cualquier ejemplar. Por cada animal extraviado, su "dueño" debe pagar una multa de 500 pesos. Conocedores de esto, unos bandidos se apropiaron de una res y dejaron la siguiente nota: "Te devolvemos la vaca si nos das 250 pesos". La transacción se efectuó con la cautela que requería el caso. Lo malo fue que el secuestro se repitió en dos ocasiones más, y como el guajiro no quiso gastar más plata, prefirió pagarle la multa al Gobierno.

Las anécdotas son verídicas. Claro, lo del caballo que añora ser Pegaso es una especulación. Ciertamente, hoy no lo vi. ¿Se habrá ido volando?

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