www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 2/2
 
Yo, anexionista
por ENRISCO, New Jersey
 

El motivo de la anexión no puede estar más claro. Ya que los habitantes de ese territorio contribuyen con más de mil millones de dólares a la economía cubana en concepto de impuesto por almacenaje y conservación de sus familiares en la Isla, lo menos que pueden pedir es que se acojan a los beneficios de ser cubanos sin tener que moverse de donde están. Por supuesto que ello no supondría, digamos, el derecho de los miamenses a residir en La Habana (o el de los de La Habana a residir en Miami), pues los habitantes de las provincias orientales tampoco lo tienen y tampoco es cosa de darles un trato privilegiado o de estimular la inmigración interna ilegal. Ahora que lo pienso bien, nuestras guerras de independencia y las tan celebradas invasiones de Oriente a Occidente no fueron otra cosa que una forma de encubrir la inmigración ilegal interna. Esa fue la razón de que los españoles pusieran tanto empeño en construir la trocha de Júcaro a Morón: impedir el paso de los orientales. La medida fue apreciada negativamente, hasta que la sagacidad del Comandante supo determinar que con él, su hermano, los policías y la brigada Blas Roca Calderío, La Habana ya tenía suficientes orientales.

Los beneficios en los que estaría interesada la nueva población anexada serían, además de disfrutar de la jornada laboral de 16 horas anuales, enormes y variados. Por ejemplo, y entre lo más elemental, el comercio interno se reactivaría y viejos exiliados como los casquitos de guayaba regresarían de su destierro involuntario a reencontrarse con su público natural. Después de todo, la cultura cubana es una sola.

Otro beneficio inapreciable que agradecerían los miamenses es ahorrarse un viaje de cuatro horas en carro hasta el extremo sur de Cayo Hueso sólo para estar lo más cerca posible de tierra cubana. Ahora con salir al patio tendrían suficiente. Pero habría más. Las nuevas y emocionantes tradiciones desarrolladas en las últimas décadas en la Isla podrían ser parte del acervo cultural del sur de la Florida: los trabajos voluntarios, las escuelas al campo, los domingos de la defensa, las colas de la luz brillante, la destilación de chispae'tren y la persecución y captura de la pipa de cerveza.

Pero todos estos apetitosos beneficios que traerá la anexión del sur de la Florida serían sólo el primer paso de un plan mucho más vasto. Reforzado el ejército cubano con el amplio arsenal de armamento en manos particulares de su nueva provincia, Cuba estaría en condiciones, como Roma en cierto momento de su historia, de pasar de República a Imperio. El entrenamiento imperial que los cubanos realizamos hace unas décadas en África, al fin daría frutos. Ya el enemigo no estaría a la incómoda distancia de 90 millas. Teniéndolo al lado ya no habría razón de ocuparse de él, como sucede hoy con la base de Guantánamo. De esta forma, nos podríamos ocupar de expandirnos por otras partes del mundo y reclamar los territorios actualmente habitados por compatriotas, empezando por las discotecas de salsa internacionales.

Pero antes de lanzarnos a la conquista mundial sería aconsejable asegurarnos el control sobre territorios aledaños como los enclaves turísticos de Cayo Coco, Cayo Largo y Varadero. Ya sé que puede parecer algo fácil, pero no lo será tanto teniendo en cuenta la inferioridad numérica de nuestros compatriotas en esos territorios. Para empezar, sería bueno ir copando las posiciones enemigas poco a poco, quizás pidiéndole a los guardias de seguridad que dejen pasar un poco de turismo nacional. Aunque me doy cuenta de lo difícil de convencerlos luego de tanto tiempo pidiéndoles justo lo contrario. Será el momento de solicitarle a los compatriotas de la provincia norteña del sur de la Florida que, dadas sus facilidades para penetrar esos territorios, vayan introduciéndose como simples turistas y tomando posiciones claves. Estoy seguro de que nuestros hermanos floridanos aceptarán con entusiasmo su misión. Que todo sea por el engrandecimiento de la patria.

PD: Una noticia buena y una mala. La buena es que otras ocupaciones me impedirán colaborar semanalmente con esta publicación. La mala es que la despedida no es completa. He sido propuesto candidato a Nobel de Economía este año, y para justificar mi candidatura debo convertirme en millonario a más tardar el próximo agosto, e intentar hacer humor consume demasiado tiempo. Disfruten de esta retirada estratégica y agradezcan mi abandono parcial de la sagrada trinchera del choteo.

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