www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
Parte 1/3
 
Carta a Pável Korchaguin
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Acerado asere, konsomolio y bonchevique Pável Korchaguin:

He de confesarte, sin que seas pope, que esta mañana tuve que recoger pita para poder escribirte, sin que la ira me cegara. Entre el calor y el mal ambiente que ha formado un seguidor tuyo, la ristra de insultos, resultos y basultos, me rondan incesantes, y las rondas no son buenas, como dijera aquel poeta burgués en la fragua de su piano, y ése le sabía un mundo a lo de templar el acero. Y a cualquier otro material también, mineral o no. Cómo no se iba a desconfiar del filoso azteca, tan tin y laralá, si había popularizado ese himno contra la filosofía hegeliana y marxista, titulado, sin ningún pudor: Nietzche me ronda. Años más tarde algún revisionista justiciero encontró que el mismo autor, en la misma tonadilla, ofendía también a la raza sufrida con un verso espúreo que ridiculizaba sus alámbricos cabellos. Ver esa parte en que, con mucha ingenuidad y alegoría, se canta: "qué triste pasa".

Hice un zoom con el zen y me he serenado, para que el aire de la taigá me taiga el aroma espléndido de su fauna autóctona, que el olor a mujik aplaca, y siempre es bueno tener un Stajánov cerca, al menos para saber lo que uno no debe hacer si lo que espera es disfrutar de esta vida. Ya lo dijo un gordo parlanchín: "Águilas no cazan moscas", a lo que yo le agrego: "ni enano preña rinoceronte". Pero si el águila se integra al sistema de los que deciden, como tú, construir un mundo mejor, pronto le meterá mano a los insectos. O sino, placenta, mucha placenta, que siempre será válido lo que dijera el sospechoso de Santo Tomás: "Ver para creer, y azúcar para crecer".

Para no marearte mucho, y que te quede tiempo de konsomolear un poco junto al samovar antes de la salianka, debo decirte que allá por mi infancia, casi al doblar de Robinson Crusoe y saliendo del corsario negro, apareciste tú, caminando victorioso como un oso por "la carretera de Volokolamks", todo "un hombre de verdad", estampa de héroe estampado que casi diría de carne y hueso si no fuera un fatal error dietético, porque, además de panfletos bolcheviques, en tu lenitiva vidita sólo te tocaba "pan duro y negro", que está muy claro eso de que "nadie es soldado al nacer", pero no sabes tú, con el sistema sistemático que ayudaste a crear, cómo agarran al vejigo desde que rompe aguas y pierde el cordón umbilical, cómo lo uniforman, lo nimian y lo embotan durante toda la nimiez. Sigue embotado y más tarde le pierden los otros cordones. Mas, no quiero abrir fuego desde ahora mismo, sino recordar aquellos buenos viejos tiempos, en que en mi casa la mantequilla comenzó a jugar a los escondidos, y yo era niño, imberbe e imbreve, y me konsolmaba leyendo tu transcurrir de pétrea consistencia por la patria, que según tú y otros descerebrados, estaba pútrea.

Era muy lindo todo cuando uno se emocionaba con tu vida dedicada a la lucha. Ahí comencé a comprender la frase esa tan hermosa de "coger lucha". Si uno vivía luchando constantemente, entonces la lucha no se cogía, sino que ya venía incorporada al aparato. En ese entonces me gustaba pensar que de mayor iba a ser intransigente como tú, pero no tenía mucha información, ni detalles de cómo y dónde estudiar intransigencia, ni qué debía hacer uno al graduarse. Tal vez, si realmente uno era un buen intransigente, para ser coherente con la carrera, debía rechazar la graduación, por aquello de que a un intransigente no lo gradúa nadie, que eso sólo se hace con el alcohol y otras sustancias más maleables. Y me gustaba por ello lo de "sólo los cristales se rajan", y para comprobarlo, hay que ver la de piedras que tuve que lanzar a los vecinos. Pero ya lo de "los hombres mueren de pie", te confieso que jamás me quedé parado para averiguarlo. Claro que era terrible lidiar con el resto de los menudos boncheviques de mi pandilla. Muchos querían encarnar descarnadamente a Chapaev; otros, los anodinos y masívicos de siempre, se conformaban simplemente con ser hombres de Panfilov, y alguno bastante oscuro él, por cierto, se empeñaba inútilmente en ejercer de Don apacible, hasta que se le explicó en infinitas sesiones que aquello era un río ruso, y no un héroe sovieto. Lástima de Bebo, el confundido amigo, que creció con las márgenes bastante turbulentas y un trauma muy húmedo, que lo lanzaría al deporte del drinking a la temprana y delicada edad de doce años, hasta hacerse un curda consumado y consumido. Odiaba con nauseabunda e irascible constancia a aquel norteamericano fanático llamado Wayne Wheeler, promotor de la Ley Seca. Murió de un infarto al ver la foto de la destrucción de un alambique clandestino en una granja de Georgia. La fotografía era de 1924.

1. Inicio
2. Yo, sin embargo...
3. Descubrido el detalle...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Carta a Don Tomás Gener y Buigas
RFL, Barcelona
Carta a Valeriano Weyler
¿Caí de qué?
ENRISCO, New Jersey
Carta a George Orwell
RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
Gente (ché)vere
ENRISCO, New Jersey
Carta a Carril Chessman
RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir