www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
Parte 1/3
 
Carta a Peter Pan
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Volátil, desombrecido y verdolagoso Peter Pan:

Déjame decirte que, por muchas ganas que tenía de meter larga tabarra contigo —por carta, telegrama, mesa redonda, tabla esférica, emilito, roberto fax, descarga radial, tête a tête, clave morsa, pechito con pechito y todos los etcéteras de la comunicación en este incomunicado mundo— eso de que seas un héroe inquebrantable, alzando la invicta bandera de la ilusión y etc etc etc, me frenaba el carromato lingüístico, se me enfriaba el pico, y
Peter Pan
poníaseme la bemba seca y colorá. A mí eso de conversar con un héroe siempre me pone nervioso, sobre todo con los de tu estirpe, difíciles de extirpar, que vuelan, pierden la sombra, viven en una isla que se llama País de Nunca Jamás o Al Carajo Albañiles Que Se Acabó la Mezcla —con idéntico significado—, guerrea irrevocable contra un cruel pirata capitalista con carácter eterno, y tiene, para colmo, un hada madrina que se las pasa imitando a un cocuyo y espolvoreando lo que se le pone a mano. Pero, prometo guardar mis temores cerebrales, y cerebral contigo este breve monólogo de breva. Que suba el humo sapiens, y en sus argollas azules nos entendamos. Porque, no te lo vas a creer, hay más de una coincidencia entre nosotros los de entonces, que nos queremos tanto, ya no somos los mismos debemos separarnos, entre tu historia y mi historia, entre tu simbolismo y mi país, y entre mi país y yo, lo que viene a dar, en precisa regla de tres, una melcocha difícil de quitar de las manos.

Ahora que mis caldos craneales hierven ante tu imagen, y repaso en reposo tu historia legendaria y mi paso por esa otra isla mía (¿de Nunca Jamás? Es curioso, porque la tuya se llamaba Neverland, y la que habité —negándome a crecer, como tú, no sé si por ausencia de calcio u obstinación—, creo que puede llamarse Never More, si tenemos en cuenta que somos un poe que no rompe calzoncillos y tenemos un cuervo revoloteando). Hablaba de tu proceder histórico y legendario. Yo, allá, sin yeyé, tuve un histórico proceder con el Legendario, aunque rondé también otros rones que producía nuestro Matusalén. Y también, —mira esto chama—, anduve buscándote como Wendy, sobre todo los domingos, en que perdía la sombra tratando de empatarme con un peter —de chocolate y todo, pero peter al fin y al cabo— y viajaba a aquella tierra lejana y a veces impalpable que era en mi época el Parque Lenin, lleno de Niños Perdidos, dispuesto a encontrarte como añorada golosina. Había que partir en el nebuloso amanecer y me preguntaba siempre wendy coño se habrá escondido el peter de chocoleter.

Ya sé que estoy forzando la cosa, y todo suena a meter La Habana en Guanabacoa, a forrajeo, a cañona, pero, si tienes paciencia y condescendencia, y aterrizas, verás a dónde voy, y a dónde llegaremos. Mira una previa, si lo digo en castellano antiguo, y lo pluralizo, suena muy gastronómico: ¿A dó vamos? ¿Qué adobamos? Y esto tiene que ver con la traducción de tu apellido a mi ideorma de mis zapatos castizo, que es como decir mi lengua natal y viperina: Pan, no es esa cosa que en mi terruño nos recuerda cada día lo de Nunca Jamás, sino cacerola. De manera que está servida la pregunta de ¿qué adobamos en la cacerola? También significa cazuela o perol, aunque en Cubita tener un perol es otro tareco, con ruedas. Quien tiene un perol tiene un central. O un comité. Tal vez un comité central. Por lo que concluyo que el Pan puede ser duro, durísimo, malo como tener un perol atravesado. Otro detallito nimio —como aquel Capitán Nimio del Nautilus— es el significado estricto del tipo de gasolina que tu hada Campanilla usaba para volar y que los demás levitaran (¿la evitaran?). Porque en esta tierra —llamada también, con cierta nostálgica sinrazón "Madre Patria"— echar un polvo es desfogarse sexualmente con humano, animal, mata de plátano o muñeca inflable, con lo que los niños españoles crecen muy alterados por parte de libido al leer aquello de que: Campanilla os ayudará. Basta que os eche un polvo para que voléis. Aunque esto último, leído y procesado en cubano de Corralillo pudiera transmutarse de causa a efecto, y diría de este modo: os eche un polvo para que os voléis. Como una cafetera, ayudaría yo, amable y ardoroso, a completar la metáfora.

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