www.cubaencuentro.com Martes, 30 de marzo de 2004

 
  Parte 1/3
 
Hasta siempre Comandante
¡Qué mejor género que el de la nota necrológica para exaltar el lado favorable de una personalidad!
por ENRISCO, Nueva Jersey
 

En los últimos tiempos algunos lectores preocupados me han señalado cierta tendencia a cargar demasiado las tintas contra el gobierno cubano, lo cual me podría acercar a ciertas posiciones extremistas. Para que no se dudara de mi imparcialidad, ni de mi espíritu constructivo hacia el gobierno de la Isla, decidí, como gesto de buena voluntad, escribir una reseña de la apasionante biografía del Comandante en Jefe, en la cual he hablado de los logros en lugar de hacer un tendencioso énfasis en algunos puntos oscuros de su trayectoria.

Fidel Castro
Muerte lenta, desesperadamente lenta.

Para ello me tomé la licencia poética de imaginármelo muerto. ¡Qué mejor género que el de la nota necrológica para exaltar el lado favorable de una personalidad! En vano esperé dos semanas a que el Comandante hiciera realidad mi nota necrológica. De manera que la presento ante ustedes aunque parezca un poco prematura, a la espera de que más temprano que tarde este texto alcance vigencia.

Así que, en consecuencia, en el futuro me referiré al Comandante como si ya hubiese pasado a mejor vida. Cuando llegue ese lamentable desenlace y mis colegas anden tecleando febrilmente consideraciones de última hora, yo —con la tranquilidad que da el deber cumplido— podré entregarme a las profundas reflexiones que suelen acompañar momentos así, auxiliado, como es lógico, por el más famoso fruto de la familia Bacardí.

Una personalidad incomparable

En la capital cubana acaba de fallecer tras lenta (desesperadamente lenta) enfermedad el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba y Director Vitalicio de la Selección Nacional de Béisbol, Comandante en Jefe Fidel Alejandro Castro Ruz. El mundo entero se ha estremecido por la muerte de una de las figuras más prominentes de su siglo, cuyo número no mencionamos para no comprometerlo: ya bastante tiene con las dos guerras mundiales y la bomba atómica.

Nacido Fidel Hipólito Ruz en la localidad oriental de Birán, en la finca propiedad de su padre, no tardó en alcanzar renombre; apenas un poco más de tiempo del que demoró el padre en darle su apellido. Desde pequeño conoció de cerca la terrible situación de los campesinos cubanos, empezando por los que trabajaban en la finca de su padre, sin ir más lejos. "Mi padre no era un explotador —afirmó el fallecido líder en una entrevista—. Él sencillamente me quería explicar con ejemplos claros lo terrible que era la sociedad capitalista. Realmente me convenció".

A su paso por el colegio privado de Belén el futuro Comandante en Jefe dejó una profunda huella. Fue elegido como el deportista más destacado del plantel e implantó una nueva marca de posesión de armas de fuego (algunos comentan que su ambición de ser lanzador de béisbol de Grandes Ligas se vio frustrada por falta de control, pero viendo el control que ha conservado hasta el día de hoy, desde su llegada al poder, nos hace pensar que es un comentario sin fundamento).

En la Universidad de La Habana estudió la carrera de Leyes y tuvo una participación destacada en el equipo de tiro, deporte en el que inspiraba respeto, sobre todo en los condiscípulos que utilizaba como blancos móviles. No obstante, debido a su reconocida modestia en los años posteriores, evitó referirse a los éxitos cosechados en este deporte de alto riesgo (para quien le cayera mal al joven Fidel).

Una vez graduado dio muestras de su pasión investigativa y se entregó en cuerpo y alma a descubrir el modo de derrocar a la dictadura que recientemente se había instalado en el poder. Varias veces trató de poner en práctica su teoría de que si podía convencer a un grupo de personas de que se metieran en algún medio de trasporte y fueran armados a la parte oriental de la Isla, la dictadura tenía que caer por necesidad. Luego de varios experimentos fallidos (primero probó con una flotilla de chevrolets, luego con un yate), consiguió su objetivo, aunque su teoría sufrió algunas modificaciones: primero se tomaba el poder y luego se dejaba que algún argentino formulase la teoría, que, por supuesto, resultaba bastante más complicada.

A partir de su llegada al poder se vio obligado a ir ocupando numerosos cargos ante la ausencia de personal capaz de ejercerlos mejor que él. Gracias a ello se convirtió en el estadista más experimentado de su época. Su experiencia y su prodigiosa memoria lo hicieron famoso en todo el mundo, y al final de su carrera era a menudo consultado por especialistas sobre sus recuerdos personales de acontecimientos en los que había sido testigo presencial, tales como la Crisis de los Misiles, el Bogotazo, las Cruzadas y el diluvio universal.

Durante las décadas en las que rigió los destinos del país tuvo una actuación decisiva en los acontecimientos mundiales, especialmente en la política norteamericana. Cada vez que había una elección en el país vecino, todo candidato que quisiera asegurarse los votos cubanos del sur del estado de la Florida prometía que derrocaría al Comandante en Jefe. Para consolidar el efecto de las promesas, el líder cubano se dedicaba entonces a hablar horrores del candidato en cuestión.

En vistas de que esto resultaba mucho más eficaz con los electores del sur de la Florida, que prometer mejoras en temas como el empleo, el sistema de salud y la educación, se aprobó una ley federal en la que el candidato que no prometiera el derrocamiento del Comandante en Jefe sería condenado a cadena perpetua. También se aprobó otra ley que condenaba a pena de muerte al candidato que, ya electo presidente, se tomara en serio tales promesas: eso, sin duda, explica la muerte del presidente Kennedy.

1. Inicio
2. Entre los innumerables...
3. Incluso...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Carta a Eduardo Saborit (I)
RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
Carta de Jean-Bertrand Aristide a Hugo Chávez
Carta a Antonio Meucci
RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
Carta a Eduardo Faciolo Alba
RFL, Barcelona
Carta a Winston Churchill
Carta a Álvaro Reynoso
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir