www.cubaencuentro.com Martes, 30 de marzo de 2004

 
  Parte 1/2
 
Complejo adánico
Fiel a la manía de nombrar las cosas, llegará el día en que Cuba celebre el 'Año del Embalsamamiento y de la Momificación', en honor a la caída de los vejestorios que hoy controlan la Isla.
por LUIS MARTíNEZ, Nueva Jersey
 

Los cubanos padecemos de un serio complejo adánico, no porque hayamos nacido en un paraíso —lo que es cierto— ni porque nos guste andar en cueros —lo que en muchos casos también es cierto—, sino porque sufrimos de una afición desmedida por ponerle nombre y nombrete a todo.

Fidel Castro
Castro: dícese de quien no se cansa de renombrar.

Se trata de una forma de tomar posesión, real o simbólica, de aquello que tenemos en nuestro entorno, en nuestra imaginación, en nuestros corazones. Tal como Adán le puso oso al oso y en el acto asumió primacía sobre dicho animal, los cubanos le hemos puesto nombre y sobrenombre a todo aquello que nos rodea, tanto a seres animados como a objetos inanimados, tanto a lugares como a ideas.

El vicio empezó con don Cristóbal Colón, quien hace más de quinientos años navegó las costas de Cuba repartiendo nombres a diestra y siniestra a medida que tomaba posesión de distintos puntos de la Isla que ya tenían sus nombres indígenas. En lo que sería el primero de innumerables actos de guataquería en suelo cubano, el Almirante nombró a la Isla "Juana", en honor a un hijo de los Reyes Católicos.

A los colonizadores españoles le siguieron los negros esclavos, quienes a su vez enriquecieron el vocabulario cubano y pusieron miles de nombres nuevos de origen africano. Le pusieron Changó a Santa Bárbara, fufú al puré de plátanos, frutabomba a la papaya, y así sucesivamente.

El delirio cubano de nombrar y renombrar llegó a su epítome cuando la serpiente se apoderó del Jardín del Edén en 1959. Para demostrar su control absoluto, Fidel Castro ordenó que se les cambiaran los nombres a calles y avenidas, a pueblos y municipios, e inclusive a la Isla de Pinos, que fue rebautizada como Isla de la Juventud. Para tener más lugares que renombrar con motes ridículos como Granma, Castro redibujó el mapa de Cuba añadiendo ocho provincias a las seis que antes había.

El calendario no escapó al afán adánico del entonces juvenil gobernante. Éste mandó que a cada año se le diera un nombre y que toda correspondencia gubernamental —no debe olvidarse que todo cayó en manos del gobierno— utilizara el nombre revolucionario del año junto al año numérico correspondiente al calendario gregoriano.

1. Inicio
2. Así pues...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Carta a Eduardo Saborit (I)
RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
Carta de Jean-Bertrand Aristide a Hugo Chávez
Carta a Antonio Meucci
RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
Carta a Eduardo Faciolo Alba
RFL, Barcelona
Hasta siempre Comandante
ENRISCO, Nueva Jersey
Carta a Winston Churchill
RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir