www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
Parte 1/3
 
Carta a Ignacio Piñeiro (I)
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Sonado soneiro someiro Ignacio Piñeiro:

Tengo para usted tantas preguntas que no sé si me alcance el guaguancó. Podría comenzar inquiriendo si de verdad creía que el son era lo más sublime, o si la cosa venía porque los que son sublimes son los que son. ¿Los sublimes son o se hacen? ¿Son de almendra, guayaba no? ¿Son sólo sublimes o subliminales?

I. Piñeiro

A mí eso me huele a yeso, a pato encerrado, tabla rasa, porque los que no son como los que son, se pierden la posibilidad de sublimarse, y ya se sabe que alguien que no es sublime la pasa mal bajo el son de los que son, o uno tiene que hacerse de los que son para que no le paren la música. Según su tema, el alma existe, y hasta se tiene que diveltil.

Hay que empezar definiendo qué rayos es el son, o al menos ese son al que se refería. No quiero parecer pedante cuando lo que realmente he sido siempre es pedáneo, que nada tiene que ver con el aparato digestivo y sí como aditamento, anexo, prolongación de otra cosa. He vivido como un apéndice —hasta de mí mismo— al que no le ha llegado la hora de la peritonitis, aunque no quiera enterarse de cuánto mal cirujano ha intentado embestirme con su bisturí profiláctico.

Si el son es, como escriben los especialistas: "Género vocal, instrumental bailable, que constituye una de las formas básicas dentro de la música cubana…", pues, sí, cómo no, equelecuá que estamos de acuerdo con que es lo más sublime, aunque afirmarlo nos convierta en absolutos, totalitarios, y todos esos defectos y atributos que atañen más a los gobiernos que a un honrado poeta pedáneo como yo.

Pero si el son significa, por ejemplo, es un decir: Sin Orientaciones Necias, o Somos Orientales Natos, o, ponga otro, Sanacos Orejones Noveles, o Sintiendo Orgullo Nacional, o Sabemos Oír Novedades o Sin Órganos Nananina, o Somos Ocurrentes Nadadores, ya habría que calibrar con mucho tino si la cosa es sublime o no, y si es lo más sublime o hay para escoger en la quincalla otras ofertas. Claro que si viene un anófeles e interpreta que son es: Somos Omeros Nebulosos, hay que ingresarlo para un trasplante de hache.

Confiemos que son signifique la primera acepción para tranquilidad nuestra, y miremos a partir de ahí sus aportes, que confirmo son muchos, aunque tenga mi carpeta repleta de cuestionamientos, que racionaré para no angustiarlo. Usted estuvo en el nacimiento del género, y lo enriqueció sin degenerarlo, aportándole toda la riqueza del complejo de la rumba —que no debía ser un complejo sino una virtud— con aquel coro de claves y guaguancó Timbre de Oro, y más tarde en un equipo similar llamado Los Roncos. Así le entró al son con otra visión, proletaria si se quiere, tras haberse ganado el pan de flauta como tonelero, fundidor, portuario, tabaquero, albañil y ñáñigo ocasional. No hay como ser portuario para agarrar la punta de la cadena.

Entre sus reconocidas innovaciones —aportes apartes— a eso que ya acordamos que era "lo más sublime para el alma divertir", están casi todas las variantes a saber: son montuno, guajira son, guaguancó son, canción son, afro son, son campesino, son pregón, rumba son y guaracha son, con un ingenio que era como un central, y una picardía salerosa que posiblemente sea un subgénero dentro de esa sonoridad, que bien pudiera llamarse gracio-son. Pero, analizando los temas, los momentos históricos en que fueron elaborados, con materiales no siempre frescos o higiénicos, y el lenguaje utilizado, hay algunas piezas sueltas o momentos dentro de esas obritas, que apuntan al nacimiento de otro subgénero, según el manual vigente de censuradores y tijereteros nacionales del socialismo tropical. Yo llamaría a ese aporte el traba-son.

En esa vertiente del traba-son —que se ha convertido en una verdadera trabazón— tengo apuntalados muchos ejemplos. Citaré letras que harían echar miel a un pepino, porque suspicacian y alteran a cualquier comisario que lucha para crear al hombre nuevo, aunque los materiales sean de lo más malito del mercado.

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