www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
Parte 1/3
 
Carta a Rita la Caimana
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Bayamesa, quimbada y musical Rita la Caimana:

Aún conservo en mis pupilas tu extraña coreografía mañanera. Conservo en conserva tu inexplicable alegría de vivir, y mis pupilas, al punto de que cada vez que alguien me invita a mover el esqueleto, algo en mi masa cerebral me canta aquella guarachita de Los Compadres, y me veo con la misma cara de Lorenzo Hierrezuelo echando un pasillo a lo loco, pensando que eres mi compañera de acrobacias danzarias. Eso me avergüenza profundamente, porque puede aparecer un cubano simpático a decirme que llevo guardada la bayamesa o que tengo a la loca revuelta por dentro.

Lo curioso es que el pegajoso tema de los Hierrezuelos se me mezcla con algo más peruano, unos versos intrigantes de César Vallejo, que dicen: "¿Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita/ de junco y capulí", y de ese abigarrado champú resulta una guaracha en tiempo de huayno, con su tres y su zampoña, de lo más armoniosos, llegándome a la raíz del junco y sin saber aún qué rayos es el capulí. Como los versos pertenecen a un poema titulado Idilio muerto, mi mente perversa es invadida por cierto tufo cadavérico, y hasta suenan, lejanos, los primeros compases de aquella Boda negra, con la historia que contóme un día el viejo enterrador de la comarca.

Eso es raro, porque toda tú, tú a lo ancho y psiquiátrico de tu existencia, eras el estallido de la alegría y la impudicia. De la alegría total, que siempre resulta ser impúdica, porque un júbilo nacido en los huesos, sin filtrarse por los cuatro estómagos que lleva el cerebro humano cuando nos portamos como rumiantes, descarta a Descartes, y no reconoce trabas sociales, diques de la moral, barrotes de eso, que alguien muy ebrio, sigue llamando gestos civilizados.

El regocijo natural, sano, verde, espontáneo, es así de cochinote y reverberante, y lleva movidas telúricas de pelvis, deslizamientos de coxis, aspavientos musculares, soltura de vértebras, procacidad gutural, deslizamiento de órbitas oculares, babeo labial y nasal. Como si te bajara un píritu o un muerto, pero con los dientes afuera, la cajetilla brillando, y una sudoración que huele a vaca llamando tiñosa, y a la felicidad de lo inerte.

Los Compadres elevaron tu alegría a estatus prácticamente nacional, con ese reto histórico carnavalesco que dice: "Bayamo tiene dos cosas/ que no las tiene La Habana;/ una historia muy hermosa/ y una Rita la Caimana", en el asombro aplastante de tu conga, que era el esplendor de la despreocupación y la cubanidad. Algo similar a la idea que tuvo el Benny Moré de lo que debía ser el relajo natural de este mundo, cuando cantaba, gozoso y estupefaciente: "Pero qué bonito y sabroso/ bailan el mambo las mexicanas", y aplaudiendo mentalmente el dominio corporal sobre la cintura y los hombros.

Otro valor añadido, que en latín se dice "de ñapa": eras un auténtico producto de mi pueblo aguerrido; algo autóctono, como el prú. Si la ciudad de La Habana podía enorgullecerse de tener al Caballero de París, lo hacía con cierto remilgo culpable, porque era un orate de importación, llegado desde la fría Galicia; un producto entre ario y céltico, con una cultura distinta, un goce más mesurado, modales de largura reposada, y ademanes de gentilhombre.

Ya lo había dicho nuestro más citado citador, con aquello de: "Nuestro vino, de plátano, y si sale ario…". El Caballero era un filósofo con savoir vivre, mientras que tú, la llama viva de la africancia aplatanada, pasada por el río Bayamo y sus afluentes. La sandunga rumorosa del Cautillo arrollando a pie hasta el malecón de mi pueblo, llamado familiarmente La Guariana.

Si alguien no sabe definir verdaderamente ese sentimiento tan sano y natural que se llama alegría —cuando esa emoción humana es provocada por la satisfacción de comer carne de res, se llama "Buey Arriba"; y si es pollo, se denomina "Alegría de Pío"—, los remito a otra estrofa de la guaracha que te hizo célebre. Y dice mi canto: "Rita se montó en un buey/ y casi se estaba ahogando;/ y como ella es de ley/ en el lomo iba cantando".

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