www.cubaencuentro.com Sábado, 01 de enero de 2005

 
  Parte 1/2
 
Luna de miel en La Habana
¿Qué han estado haciendo todo este tiempo la Nación y la Emigración que sólo se han encontrado tres veces en 45 años?
por ENRISCO, Nueva Jersey
 

Hace unas semanas concluyó en la capital cubana el III Encuentro entre la Nación y la Emigración. Y ahí mismo uno empieza a hacerse preguntas, como por ejemplo: ¿qué han estado haciendo todo este tiempo la Nación y la Emigración que sólo se han encontrado tres veces?, ¿por qué en lugar de La Habana no se encontraron en un territorio neutral como Varadero?, o una pregunta más difícil todavía: ¿qué es la Nación y qué es la Emigración?

La Nación

Porque seguramente hay gente, ingenua al fin, que piensa que la Nación es el todo y la Emigración es la parte de afuera, algo así como el coco y su cáscara; pero nunca he leído en los periódicos de un encuentro entre el Coco y su Cáscara. Además, eso de parte de afuera y parte de adentro puede resultar confuso, porque hubo gente que representó a la Emigración y, sin embargo, pasa más tiempo en la Isla que algunos representantes de la Nación, como el propio canciller Pérez Roque (más conocido como "el mejor amigo del Hombre").

Para los que andan medio perdidos en el terreno conceptual, la Nación es en realidad la famosa agrupación salsera también llamada Hipólito y sus Acólitos, mientras que la Emigración es el nombre elegante de la agrupación de danza Los Hijos Pródigos, que se dedica a bailar justamente al ritmo de la música compuesta e interpretada por Hipólito. Si tenemos en cuenta que una vez Hipólito confesó que su música favorita eran las marchas militares, la coreografía de Los Hijos Pródigos se parecerá bastante al desfile de un batallón de milicias, sólo que mucho más entusiasta que éste.

Luego, en medio del encuentro, no se supo a qué lado pertenece Eloy Gutiérrez Menoyo, quien tras romper su pasaporte norteamericano y quedarse en Cuba lleva meses tratando de que le den de alta en la OFICODA. Menoyo vendría a ser, pues, algo así como el eslabón perdido entre la Nación y la Emigración: una especie (en extinción) de Yeti patriótico.

Felipito El Eufórico

En la inauguración del evento Felipito estaba eufórico. No era para menos. El pobre, no todos los días se tiene la oportunidad de recibir a gente de fuera y que no le pregunten por la libertad, la democracia y esas cosas. La gente es desconsiderada. Eso es como preguntarle a Stevie Wonder cuál es su color favorito. Pero no. Felipín estaba de suerte. Cualquier cosa que decía era aplaudida y hasta le rieron los chistes. ¡Con el trabajo que le debe costar hacer reír cuando no dice algo serio!

Si por él fuera, se reuniría con la Emigración todas las semanas. Gente agradecida esa la de la Emigración. Uno le dice que dentro de poco (y si no se portan mal) podrán viajar a su país por tres semanas y sin pedir permiso y se ponen de lo más contentos. Es como si un carterista, después de robarnos la billetera con el sueldo del mes, nos devolviera el carnet de la biblioteca municipal y uno se muriera de alegría. Es que todo en esta vida es cuestión de tiempo. Si el carterista nos devuelve el carnet a la semana siguiente de habernos robado, lo mataríamos; pero si espera cuarenta años para hacerlo no sabríamos cómo agradecerle tanta ternura por recordarnos cómo lucíamos en la foto del carnet cuarenta años atrás.

Hacia el final de su intervención, el mejor amigo de la Emigración hizo un largo análisis de la Enmienda Platt, aquel apéndice constitucional impuesto por el gobierno norteamericano 103 años atrás y derogado hace 70. No es mala idea que de vez en cuando la Nación le recuerde a algún país con que esté peleado viejas deudas históricas, que no por viejas resultan menos lacerantes. A los españoles les saca a cada rato lo de la quema de Hatuey. Yo me pregunto: ¿Qué le va a sacar la Nación a los ingleses? ¿Haber tomado La Habana en 1762 o retirarse apenas once meses después?

El procedimiento es infinito y a los alemanes se les puede sacar los barcos mercantes que nos hundieron en la Segunda Guerra Mundial; a los franceses podremos recordarles a Jacques de Sores y el resto de los piratas; a los suizos, su indiferencia; criticaremos a los bolivianos por haber matado al Che y a los argentinos por habérnoslo mandado.

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