www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
  Parte 1/3
 
Miliciano en yate o tacones cercanos
Últimas noticias de la Isla: Una medalla para Antonio Gades, la insumisa Radio Reloj y el otro perro que ¿habla?
por ENRISCO, Nueva Jersey
 

En días pasados se conoció la noticia de que el afamado bailarín de flamenco Antonio Gades había recibido la "Orden José Martí", máxima distinción que otorga el gobierno cubano. Durante la ceremonia, solemne pero familiar, Felipín el canciller —con tricornio y con bastón— explicó que más que por bailarín, la medalla se le otorgaba por su "amistad y fidelidad inquebrantables hacia el pueblo y la revolución cubana".

Bailarines
Gades: Taconeo al compás de Castro. Guitarra 'acompañante' de Raúl .

Algunas personas se han manifestado indignadas recordando que, hasta no hace mucho, esa orden sólo estaba reservada a los jefes de Estado. Realmente hubo un tiempo en que era difícil que un presidente de un país amigo se escapara a la susodicha medalla. Me refiero a los países del campo socialista (o sea, países cuya producción agrícola se concentraba en los periódicos) y los del llamado Tercer Mundo (o países en que el principal medio de transporte utiliza hierba como combustible).

En esa época, el receptor de la medalla podía ser, por ejemplo, el jefe de Estado de Etiopía Mengistu Haile Mariam, cuyo mayor mérito fueron sus extensas investigaciones sobre la circulación de la sangre… en el exterior del sistema arterial de sus víctimas. Considerando esto, hay que convenir en que al menos Gades bailaba, y si mataba a alguien era de mentirita, en alguna representación de Bodas de sangre.

En la ceremonia estaban presentes el Comandante y su hermano Raúl, a quien la prensa del corazón ha relacionado sentimentalmente con el propio Gades, rumor del que una publicación seria como esta nunca se hará eco. Gades, por su parte, tiene el mérito de haberse presentado en la tribuna de la Plaza de la Revolución con un entusiasta estado de ebriedad para interpretar una canción marinera. Ir borracho a cantar en una tribuna es algo único en la historia del país, si se tiene en cuenta que a su amigo Raúl nunca le ha dado por el canto.

¿Qué se merece Gades, un televisor Panda o un yate?

El canciller Pérez Roque, encargado de repartir las condecoraciones y los bocaditos, le dio las gracias al bailarín en nombre de la revolución, y éste respondió que era él quien debía estar agradecido, y así sucesivamente. Lo más llamativo de la ceremonia de condecoración de Gades fue la propia emoción de este al declarar: "Querido comandante en jefe y querido ministro, nunca me sentí un artista, sino un simple miliciano vestido de verde olivo, con un fusil en la mano, para siempre estar a sus órdenes".

Y uno piensa lo que se ha perdido el mundo del espectáculo: ver a Gades vestido de miliciano, repiqueteando en el tablado su coreografía de la obra Playa Girón: taconeando (invasores) en la arena. O ver al bailarín marchando junto a su batallón de milicias, con su sombrero torero y su capa carmesí.

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