www.cubaencuentro.com Viernes, 22 de julio de 2005

 
Parte 1/3
 
Carta a Miguel Teurbe Tolón (II)
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Poetísimo, abanderado y escudero Miguel Teurbe Tolón de la Guardia, again:

Para elaborar un escudo se necesita, una palmera grande y otra chiquita. La grande da palmiche, y la otra atrae al turismo, esa tropa de incautos que viajan pensando que en otro lugar la pasarán mejor que en su casa. Y también hay que poseer algo asiático. No hablo de tener un chino atrás, que eso da mala pinta y crea rumores en lo referente a inclinaciones sexuales. Hablo de la paciencia para estar horas y horas, inclinado —ahí entra el chino peligroso— sobre la página en blanco, metiendo en un espacio cerrado, ovalado y avalado —más bien espaciolado, como han de ser los escudos— los simbolitos que uno cree resumirán los dones y valores de un pueblo.

Así estuvo usted aquella tarde remota de 1849 —y menos mal que es un chino quien nos agarra por la espalda, inclinados y distraídos, que si llega a ser un hotentote, un nubio o un masai, veríamos realmente barras y estrellas, sobre todo con el masai, que te enmaisa. Un chino es más leve. Suele doler menos— creando el escudo patrio, para que luego Narciso López lo usara en los cuños con los que sellaba documentos como hagos contares, licencias deportivas, pases, paredones para el cocodrilo, peticiones, informes contra sí mismo, partes meteorológicos, partes de guerra y partes del cuerpo humano. En realidad, de verdad lo inventó y hasta hizo un gomígrafo —que suena menos atroz que un cuño y mejor que un chino atrás— para distinguir su periódico La Verdad, dándole eso que en buen cubano antiguo se denomina savoir vivre, que se puede traducir, en idiosincrasia moderna, como ¡Azúcaaaaaaa!

Pero de viñeta pasó a ser troquel, para identificar a todos los troquelados, y a Narciso le gustó tanto que empezó a hacer bíceps y tríceps con el invento. ¡Tanto saber de heráldica para que otro camaján termine haciendo plaf con la mano, y el diseño de uno se convierta en una gran mancha de tinta casi redonda! La heráldica es una ciencia que hunde sus raíces en la historia. Sospecho que las hunde más que el chino, que viene por retaguardia cuando somos pacientes y estamos distraídos.

Imagino su sufrimiento —no con el asiático sarazo y traicionero— con todo ese mundo abigarrado de la heráldica hundiendo sus raíces en la historia, y su imaginación creadora, tratando de resumir en imágenes lo que éramos, lo que creíamos ser o lo que usted suponía que intentaríamos alcanzar. Mas, en esa época, a nivel de símbolos, andábamos prácticamente en taparrabos, y malamente hubiera podido colar una torta de casabe bordeado en oro sobre un campo de gules. La cerveza Hatuey tuvo mejor suerte poniendo al siboney en búsqueda y captura.

No sé cómo lo hizo con la pobre fauna con que contábamos, pero pudo obviar la jutía conga y armar un vergel de lo más bonito, sostenido por un haz de once varillas, unidas por una cinta roja cruzada en equis, que significa la unión, que ha de ser la de Unión de Reyes, pues si se refería a la unidad entre nativos, resulta un chiste antológico de verdad. La sustancia de un país, sostenida sobre once Güines no Madruga, porque le traba la Catalina. De ahí vienen Los Palos en las Cabezas; Matanzas terribles. Nos han dado varilla hasta ladear el escudo.

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