www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
Parte 1/2
 
Carta a Miguel Teurbe Tolón (I)
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Escudista, banderero, poeta y dibujancio Miguel Teurbe Tolón y de la Guardia:

Si no llega a hacer lo que hizo, escribir lo que pintó y dibujar lo que garrapateaba, hubiera pasado de todos modos a la historia, culpable de muerte por asfixia. Nadie puede decir su nombre y apellidos sin beberse luego una garrafa de agua, aunque el Tolón Tolón musical le traiga su vaca contenta.

M. T. Tolón

Pero usted decidió que eso era una casualidad, y quiso entrarle a la eternidad por la puerta ancha. Le ayudó que estaba siempre como el segundo apellido. Y no quiero decir que estuviera materno. Aunque, leyendo algunos de sus poemas, y en sabiendo que le califican —ciento y pico de años más tarde, lo que quiere decir que no ha cambiado nada— de tener una personalidad controvertida y beligerante, de tendencia anexionista, me suena usted un poco con rasgos de niño. Esas dos cosas me lo hacen un poeta materno-infantil.

Baste, si no, para apuntalar mi afirmación, cual barbacoa en solar habanero, los títulos que le ponía a algunas producciones poéticas suyas: Juan Cabezas y El cuarto oscuro. Lo de la habitación apagada es un temor de la primera edad, y eso de andar poniendo apodos, también. Si no bastara para convencer a la concurrencia, léanse estos versitos, de ese tema nostálgico llamado Volver a Cuba, que dicen: "En la rama del ateje/ arrullarse dos tojosas:/ entre flores i entre rosas/ zumbar el verde guaní".

A mí el guaní me resbala. No sé qué rayos es, aunque por el verbo y el zumbido sospecho sea un zunzún, un colibrí o un abejorro. Si la rana tuviera alas y zumbara, podría optar por lo de guaní. Pero no he visto una sola rana que se croa capaz de estar moviendo las alitas "entre flores i entre rosas". La rana es un batracio, palabrita despectiva que dice mucho de su tendencia a la holgazanería. Por eso le dicen sapo. Y tengo la firme convicción de que se siente mejor así, siendo sapo, con esos ojos saltones, en vez de esforzarse para llegar a la categoría de guaní. Si tuviera un taíno a mano le preguntaría. La rana ha elegido estarse quietecita y anexionarse todo lo que le pasa por los lados. Y aquí vuelve usted con su tendencia anexionista y beligerante, que son maneras de estar verde.

Vuelvo al fragmento citado, y le confieso que me dio mala espina, malísima púa. Y no es enteramente culpa suya. En la década del setenta del siglo vientre, en mi país, la poesía se llenó súbitamente de palomas rabiches, bajíos, sauces llorones, guanos de palma y de murciélagos, vicarias, pomarrosas, palomitas diversas, chichiricúes, varentierras, ojos de agua, güijes, arados y bueyes, en el primer intento por regresar a la tracción animal. A eso se le llamó, científicamente, el tojosismo.

Desde entonces, y lo siento de veras, cada vez que veo una tojosa posada en un poema, me pongo sapo, y la irritancia es superior a mis fuerzas armadas. Con lo lindo y tranquilo que era antes el pobre animalito, que no se metía con nadie, y que si defecaba, lo hacía allá en la honda maleza, sin desgraciar sonetos a chisguetazos blancos.

Como todo matancero a quien le da por nacer el 29 de septiembre de 1820 —época conocida mundialmente como "los poéticos años 20", todo un desparpajo metafórico, verdadera orgía de alejandrinos románticos— y descendiente de españoles de Moguer, ya estaba escribiendo poesía desde temprano. Posiblemente desde antes de que amaneciera, así podía pescar sus tojosas en el ateje, lentas y aún medio bobas de sueño. Y lo peor no fue escribirlas, que los hay que versan y versan y no les afecta el carácter, sino que le dio por publicarlas.

En 1841, siendo aún usted un imberbe post adolescente, ya estaba molestando a sus paisanos y coterráneos con Los preludios, que fue un libro bastante prelúdico y poco palúdico. Podía justificarse como un pescadillo de adolescencia, pero no cuela por dos razones: siguió publicando otros, como la novela Lola Guara, en 1846, de manera que ya no era usted lo que los compañeritos del MINFAR catalogan como adolescente o pre recluta, sino conciente y reincidente.

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