www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
Parte 3/3
 
Carta a Diego Grillo (II)
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Miami
 

La otra fue intencional, pues buscaste con saña y verdadero celo al que gobernaba el lugar, que fuera el hacendado español que tanto te maltratara en la oscura infancia cubana. Me erizo solamente de pensarlo. Lo encontraste —imagino que agazapado, porque los gobernadores y mandamases se agazapan siempre cuando los buscan y hasta se llenan los pantalones de gazapos— y en agarrándolo por las solapas del pecho, despechado él, lo despachaste en la plaza pública, no sin antes cortarle narices y orejas, acción que muestra tus aptitudes para la tauromaquia.

Yo sueño con hacer algo similar algún día, y por eso tengo ya palabreada la cosa con unos holandeses y tres franceses, que al borde de la tercera jarra de cerveza son capaces de acompañarme a Campeche y jardines aledaños. Allí agarraría a los gobernadores que me hicieron la vida un yogourt en mis diversas infancias y adolescencias —porque me obligaron a adolecer sin piedad— y les iría rebanando delante del rebaño, trocito a trocito, cacho a cacho, lengua, pata y panza. Ojos y narices, discursos y promesas, tabarras y prensamientos. Deja que se me ponga duro el bucanero para que veas cómo me pongo mulo y te emulo. Jack el Destripador va a parecer un laboratorista comparado conmigo.

Esos actos ligeramente sanguinolentos pero no menos heroicos, me refuerzan mis tisis. Eras un patriota. Un poco partiota, eso sí, un luchador, un luchante a tu manera, con revestimiento independentista —que no es lo mismo que indepenodontólogo—, porque las zetas como que te provocaban salpullidos y roñas. En tu primera etapa luchaste denodadamente contra el monopolio hispano que obligaba a comerciar solamente con la Casa de Contratación de Sevilla, que era una especie de bloqueo o embargo. Que no vengan ahora a decirme si un activista anti-embargo no es un tipo bueno y legal.

Y lo otro: fuiste para mí el primer mambí acuático que tuvimos. Una especie de Maceo marinero, un titán de la ola marina. Donde quiera que estaba el infame colonizador, ahí mismo le dabas machete y candela hasta que soltara el fondo, que en este caso eran las morocotas, doblones, centenes y bisutería mineral que fachaban en nuestras tristes tierras. Un hombre que saquea a los saqueadores es un héroe, aunque tenga un apellido bastante insectívoro.

Al final, nadie sabe a ciencia incierta cuál fue el final de tu película. Unos dicen que te retiraste con pingües ganancias a alguna campiña de Inglaterra. Hay quien afirma que te ahorcaron los españoles, pero a mí me parece que no eras Grillo para jaula, y que no te dejaste capturar. Otros, que te asentaste en el norte de Las Villas, por la zona de Caibarién, distribuyendo muy bien los dos pingues, haciendo cúcara mácara y tin marín, en la patriótica labor de reprobar el territorio. Hacer hijos es hacer nación.

Si no bastara tu labor mambisa para entrar en la historia, tendría que tenerse en cuenta tu aporte viril en resembrar suelo patrio. Desgraciadamente los puritanos se ponen cerreros si alguien dice de gente como tú, que Diego Grillo derramó su semen generoso por la patria, lo que significaría que tus noches de arduas y ardientes gozaderas, jubilado ya de la piratería, fueron realmente un legrado para el futuro cubano. Eso solamente lo saben hacer los grandes hombres, sin tanta habladora, sin palucha, pechito con pechito. Que a lo mejor esa tarea la cumplías sin subirte al alcázar a alentar a holandeses e ingleses. Lo que se llama darle el frente a la situación. O con la situación de frente.

Con un balandro pero sin grilletes,

Ramón

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