www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 3/3
 
Bajo presión
La búsqueda eterna de una utopía: primero la independencia, luego la revolución, ahora las ollas de presión. Pero aún falta la más inalcanzable: encontrar algo que meterles dentro.
por ENRISCO, Buenavista
 

Jamón con piña en el Presidio Modelo

En su ya histórico Discurso de las Ollas —como lo recordarán futuros textos escolares—, el Comandante se refirió a los inicios de su vasta experiencia gastronómica. Sus pininos culinarios tuvieron lugar en una celda del Presidio Modelo equipada con un fogón de gas. Sin embargo, los sádicos esbirros de la dictadura le negaban el acceso a una olla de presión para que malgastara sus energías en ablandar frijoles, en lugar de dedicarse a planear los próximos pasos de la revolución ("salir de aquí, salir de aquí y salir de aquí").

A la brevedad de la estancia del Comandante en la cárcel debemos, entre otras cosas, el que nuestro país perdiera uno de sus más prometedores cocineros, pero en cambio ganara un repartidor de ollas de talla mundial. No obstante su breve estancia en presidio, el Comandante pudo desarrollar su célebre receta de jamón con piña con ingredientes comprados en la tienda de la cárcel, que, como este reconoció en el discurso, "tenía de todo".

Esta parte del discurso tuvo dos efectos entre mis vecinos de Buenavista y sospecho que los de Cuba toda: uno, admirar la capacidad del Comandante por sobreponerse a las circunstancias más adversas. Dos, desear de todo corazón estar en una cárcel de Batista con fogón de gas y tiendas con "de todo" (siempre y cuando se pudieran ahorrar el trámite previo de una conversación a puertas cerradas con Ventura o Carratalá, que incluyera además una olla de presión o una plancha eléctrica).

Como siempre hay sus descontentos. En este caso se trata de los fabricantes y traficantes clandestinos de ollas caseras. Uno de estos guerrilleros de la metalurgia, Motorola, el decano de los fabricantes caseros de jarros y ollas de Buenavista, habla del nuevo proyecto con despecho. Su apego a las ganancias no lo dejan ver en este inmenso paso de avance, otra cosa que competencia desleal del gobierno, que cuenta para sus ollas con propaganda gratis, nada menos que del presidente del país. Creen los fabricantes clandestinos de ollas, egocéntricos y egoístas ajenos al interés colectivo, que todo no es más que un perverso plan diseñado para arruinar su artesanal industria.

¿Libertad de expresión u ollas de presión?

Al Comandante, por supuesto, poco le importan estos mercachifles de poca monta. Sus objetivos son más trascendentes: sus ollas son en realidad una nueva arma contra su enemigo jurado, el imperialismo yanqui y sus representantes locales, la mal llamada disidencia interna. Sí, porque mucha Asamblea para Promover la Sociedad Civil y mucho Diálogo Nacional, pero ¿qué es más importante? ¿La libertad de expresión o una olla de presión? ¿Qué pueden todas esas libertades abstractas contra este paso concreto en el progreso tecnológico de las cocinas cubanas?

Creo adivinar los planes del Comandante. El próximo 20 de mayo, fecha del Congreso para la Democracia en Cuba, convocado por parte de la disidencia, posiblemente se inicie la entrega masiva de ollas en La Habana. Y entonces, ¿quién se va a dar cuenta que se están haciendo detenciones de disidentes no menos masivas? Incluso, no descarto que muchos disidentes estén tentados en ir a recoger su olla en lugar de ir al Congreso.

Así que opositores de todas las tendencias (incluida la tendencia G-2) escuchen este consejo sano que les envío desde mi modesta trinchera de Buenavista: dejad vuestras disputas bizantinas (el "vosotros" y lo de "bizantinas" siempre impresiona) y uníos frente a esta nueva arma si no queréis ser aplastados por la presión de los adoradores de ollas y terminar en el depósito de desechos no reciclables de la historia.

No desdeñéis esta nueva arma del Comandante u os acordaréis de la hora en que nacisteis cuando vayáis rumbo a la cárcel, que, como sabéis, ya no es lo que era en la época en que el Comandante se estrenaba como cocinero. Ni fogón en las celdas ni tiendas con "de todo". En todo caso, os darán un libro de cocina y os advierto que, leyendo las recetas, sufriréis pensando en todo lo que podríais hacer acá afuera, con una olla de presión.

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