www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
Parte 2/3
 
Carta a Pacho Alonso
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Quizá por eso mismo —con dieciséis hermanos la competencia suele ser desleal con la pasta de dientes, el jabón y el papel higiénico, a menos que vayan entrando al escusao en grupos de a cuatro—, paralelamente a tus pepinos —o pininos, ÀApeninos?— en la música, quisiste asegurar una carrera sólida y te hiciste maestro, que entonces permitía ser normal. Un Maestro Normal, tenía su chance siempre con tanto oligofrénico que provoca el calor, sobre todo en aquella región tan Oriental, que nadie orienta. Y precisamente en la Cadena Oriental de Radio debutaste sucesivamente con orquestas como las de Pancho Portuondo y la de Chepin-Choven, que era como un músico doble. Fue en la Revista Popular del Aire, en 1948; hasta que en 1951 aterrizaste, cogiste aire, y con los pies en la tierra penetraste en la jazz-band de Mariano Mercerón, que traía olor a tolteca ungido con mezcal. Mantenerse dos años en una cadena es una proeza. No te digo de mí que me pasé treinta y siete encadenado.

Pero ya ibas marcado. Aunque le metieras a la guaracha y al son, algún germen dejado en el aire por Gumersindo Garay te habían inoculado. Algo de nocturnidad, ligado con alevosía, mezclado con ese vicio de ponerle Pascacio o Longino a la descendencia, como el trovador repartía Guarionexes y otras siboneyadas bordón abajo, espejuelos arriba. Además de algo más profundo en la manera de decir las cosas, que me hacen recordar aquellos cantos yámbicos que escuché a orillas del Contramaestre, como quien va para San Luis, pero dobla antes a la derecha, que decían: "Ya lo dijo el Levítico:/ el Mesía e' hepático (por empático)/ con su verbo tan mítico/ y su rotro simpático", para estribillar con inocencia pastoral de este modo rotundo: "Eto no e' muy católico/ pero suena humorítico".

En 1957 llegó tu turno al bate. Programa de televisión en La Habana, donde decidiste radicarte como es ya regla de oro de los nacidos en el otro extremo, y así nació el conjunto que iba a respaldarte para no tener piedras en tu camino. Y ahí mismo se soltó Bertillón, porque para mí, es el inicio de lo que hablaba de tu influencia directa en mi filosa filosofía. En ello tuvo que ver aquel contrato de la RCA Víctor —ya estaba a punto de producirse "el accidente" que le arrebataría el perro del logotipo—, porque en ese primer disco de 1959 pusiste a temblar las bases de futuras restricciones. Y mientras por Boyeros salían cientos de músicos a apresuradas giras, como huyéndole a la Agrupación Artística "Benny Moré" y a la ídem, "Ignacio Piñeiro", con su sueldo fijo y sus reglas de jefe de lote con tantos surcos musicales al mes, tú quedaste en suelo despejadito para aguajera sin mucho bulto.

A partir de ahí, con el panorama desyerbado, solamente retado por Pello, su rubia de alto moño bailando María Caracoles, el Tata con su Perico sangriento, y ciertos rebuznos de La Revé, te metiste de a lleno en la pelea. Total, si todo lo demás sonaba a viejo, y el Benny se marchaba a beber aguardiente celestial. Jorrín continuaba con el mismo violín, sin instrumentos por culpa del bloqueo, y la Aragón daba su pestañazo de tarde en tarde. Campo florido para tu energía guapachosa, con un Bonne detrás. Era el Bonne de la música triste, que se enteró de los avances como veinte años más tarde.

Por suerte, Sindo en guataca, te habías montado en el carro suave del filin, que te dio esa manera de contar los dolores. Un cólico, cantado en tu estilo, suena a mérito laboral. Por entonces fue lo del Scherezada y sus almohadones populares. Miles de niños no saben lo que le deben a la media luz y a tu voz cantando: "Te has querido/ convertir en jugueteeee/ de tus travesuuuuraaas", por eso aceptaron, sin protestar, el básico y los adicionales. Y, por supuesto, no se enteraron nunca que lo habías avisado con: "Sé que has tenido en tu vida/ la amaaaaarga aventura…". Porque "el accidente" se convirtió en odisea de Indiana Jones, sin tanta gracia.

Y en medio de todo aquel revolico: tú, Pacho Alonso, sucesivo y múltiple: Pacho Alonso y los Bocucos, Pacho Alonso y sus Pachuchos. El pilón, el simalé, el pacá que sonó más pallá que otra cosa. Para no perder el hilo —el hilo se perdió de las tiendas casi cuando te guardaste de malas interpretaciones cantando: "Café, café/ todo lo que digas será al revés", que parece interpretar cada anuncio del Guarachero en Jefe en sus múltiples funciones de brujo de la tribu, tirador de tarot y guerrero en calzoncillos. Rematabas genial, rompiendo sin romper con: "Majá, majá/ si tienes vergüenza, no me hables más". Y no la tenía, por supuesto—.

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