www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
Parte 3/3
 
Carta a Moisés ben Maimón
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Miami
 

Porque, vamos a ver: ser o no ser, pero ser ¿qué? ¿Deportista? ¿Aficionado a la jardinería? ¿Filatélico? Si no se es, ¿qué es uno entonces? Uno que yo conozco de sobra, medio almohade, llevó la fórmula a su campo de pangola y llevó el Hamlet al pueblo. Allí el que no es —suyo—, es, pero de otro, que en su caso es del enemigo.

Con Hamlet no se puede pensar con detenimiento. Si uno no come seguido, como que el pensamiento no tiene fijador y la cabeza se convierte en pelotita de ping pong o metrónomo, yendo de un lado a otro, balanceando el cerebelo. En mi atolón la gente está entre el hueso duro de roer y el filete de palomilla, que es como decir entre Elpidio Valdés y la paella, para no decir entre la espada y la pared, que es más bien entre la espalda y el vacío.

En ese vaivén de mi carreta la gente aplica su reflexión y su consejo, y si los almohades —que tampoco son en su mayoría muy almohades, sino que ejercen como tales (¿de Mileto?)— exigen un lustre exterior de almohadidad, pues se pone cara de bonito en tarima —algunos ponen cara de chernas—, y hasta de ¡qué bello es todo, somos los mejores, esto es inamovible! Y se afirma que no hay más Dios que Alá y que Mahoma es su profeta, que deja bien claro que nadie es profeta en su tierra, y por esa razón, los que se cansan, se van a otra tierra a profar algo distinto y a profetizar lo que les salga de la profata. Que no hay nada más irritante que un almohade empecinado en que lo que dice es lo único que sirve. O lo mejor, o que si se si, es si, y que si no es si, entonces es no, y uno se convierte en no por no si.

Y claro, tenías dificultad añadida. Cito un trozuelo de tu currículo: "Filósofo —por ahí entrabas mal—, exegeta bíblico —peor, peor— y médico —se soltó Papillón—. Durante su exilio en Egipto fue nombrado por Saladito Aniv. O príncipe de los judíos —ahí si te pusiste más saladito que nunca, pues te acusarían los almohades de pertenecer a la mafia del Cairo— y médico de su Corte. También le invitó Ricardo Corazón de León a que fuera su médico de palacio, pero rehusó". Estabas claro. Con Ricardo la cosa era más cardíaca y felina, y él se pasaba mucho tiempo en las cruzadas, que eran las misiones internacionalistas de la época.

Parece que todavía, en aquel entonces, podías escapar aunque fueras médico. Tal vez escondiste la profesión y saliste siendo exegeta, para que no te exagetearan tanto. Los almohades de hoy día en mi terruño miran con lupa —de lupanar— las profesiones, y los que ejercen la curación del cuerpo tienen que aguantarse o fingir, que es lo mismo que afirmar que en Cuba la profesión va por dentro. Ya ves que perplejos andamos ahora con la fe, que alguna vez será una fe de erratas.

Quedas ahí, al menos para mí, como un ejemplo de fuga fantástica, amén de alguien que supo aplicar con mucho tino las bases de lo que luego ha sido la doble moral de morral, y que Pedro Luis Ferrer, a quien sigo escuchando en mi cuarto… jugo de guayaba, definió como "jugar cabeza con los pies". Hasta que los pieses buscan micocilén en otro terreno, más medicinal. Es que un almohade empecinado es peor que la sarna.

Menos judío que otros,

Ramón

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