www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
Parte 1/3
 
Carta a Diego Grillo (I)
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Luciferino, piratesco y difuso Diego Grillo, Dieguillo o Diego Martín:

Hoy me has alegrado el día, y de paso, las glándulas idiosincrásicas, que son las que secretan —¿segregan?— esa sustancia contagiosa que se llama orgullo patrio. Ya me extrañaba que Cuba no hubiera producido buenos piratas, corsarios de calidad, bucaneros de alto standing.

Si hemos tenido hasta cosmonauta, cómo no íbamos a poseer, en estando rodeados por la maldita circunstancia del agua, buenos marineros, remeros, abordajistas, rameras, gente alegre y fluvial. Lo del cosmonauta es casi un eufemismo. Tendría que haber dicho "un cubano en el cosmos", porque es bien sabido que allá arriba, sin cámaras, no le dejaron tocar la más mínima palanquita, ni acercarse a botón alguno.

En cambio, tú llegaste a mandar sobre cientos de hombres de las más diversas raleas, razas, fenotipos y nacionalidades. Los había de lengua inglesa, lengua holandesa, lengua francesa y lengua viperina. Y hasta sin lengua. Tenías ralea real, que la fabrican abejas especiales sólo para los elegidos. Poseías nave propia, asunto este muy envidiado en la actualidad por tus compatriotas. Así, lejos del surco, surcaste aguas territoriales y aguas internacionales, aguándole la sopa a los españoles, que te persiguieron hasta las últimas conzecuenzias —lo he escrito así porque eran españoles—, aunque tú, con ese toque mágico que sólo tienen los próceres y los dirigentes tronados, desapareciste un buen día para entrar en la leyenda.

Para empezar, lo poco que se sabe de ti, ha cruzado estos siglos enmarañado y vilipendiado, porque la gente sigue siendo mala, muy mala. No se puede ser pirata tranquilamente sin que unos cuantos avinagrados, incapaces de aguantar el vaivén de un balandro, se pongan a hablar mierda de uno, y a endilgarle los calificativos más feos: que si sangriento, que si implacable, que si feroz, que si luciferino.

Y todo por el oficio, que ya sé no es el mejor, ni el más honorable, y para el que nadie ha escrito normas técnicas, pero que lleva sus riesgos, su alejamiento de casa, su pelagra, su escorbuto, su falta de baño, y su acrobacia mezclada con oxidación por salitre, sin cobrar por ello primas de peligrosidad, ni recibir atención sicológica.

Para colmo, de seguro no te miran bien en muchos puertos, ni tienes derecho a méritos para efectos electrodomésticos. Entonces, ya por roña, se los tienes que quitar al primer barco que se te ponga a tiro. Es que el mundo sigue siendo una bazofia y el ser humano ha hecho de la impostura un estilo, y se ensaña con aquellos que ahora mismo no se pueden defender, bien por estar muertos hace tiempo, o por la baja extracción social, porque no puede firmar una reclamación con el garfio que le han puesto en la muñeca, o por pura vergüenza.

Como la profesión ha sido tan calumniada, dudo mucho que uno se atreva a dar la cara si se ha sido pirata alguna vez, no vaya a ser que también lo remachen con algo peor, como asociación a banda armada, trato con extranjeros, tráfico de lingotes, violación de aguas, preñez ultramarina o navegación ilícita. Los ex piratas son los únicos incapaces de poner el parche antes de que salga el ojo. Cualquiera, por prudencia, se mantuviera callado, y que se las arreglen los poderosos como Drake, el Olonés, Jacques de Sores o el mismo Morgan, que dinero tendrán para abogados.

Advierto por ello que nadie va a quitarme la satisfacción que me has dado, sabiendo que nuestro país no solamente ha mandado gente más allá de la atmósfera. Aunque, mirando bien la atmósfera que se está formando en el país, quizá la estratosfera es otro de esos destinos con los que la gente sueña cada noche. Me negaré a aceptar todo calificativo degradante sobre tu persona o profesión, cosa que ahora me resulta fácil porque hace tiempo no me leo el Granma, fuente inagotable de insultos, diccionario nacional de degradaciones.

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