www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
Parte 2/3
 
Carta a Daniel Santos (II)
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Miami
 

Imagino que algún coronel de la reserva, o un general en activo, tras cuatro whiskys bien digeridos y un par de canciones de Pedro Flores, se te acercara en algún bar de Nueva York a decirte: "Mister Doroteo, sería bueno que estuvieras unos añitos con nosotros, entreteniciendo a la tropa. Así abandonas el tropelaje y el mujerío. Te haces un hombre de bien levantándote a la hora que ahora te acuestas, y cambiando de arma, porque lo uterino te va a llevar al pozo. Una guardia siempre es mejor que un cunilingus. Vente con nosotros, muchacho, y correrás mundo. Hazte centinela, sal de la cantina, y en lugar de preñar, podrás pergeñar, y alguna que otra vez, pernoctar". Como título musical pudo haberse llamado "Fusil contra fusil".

Como era lógico, te tocó calabozo. Tenías sed de vivir, así que estaba cantado que un uniforme no te deformaría, y mucho menos podía reformarte. Eras carne de reformatorio, que es condición sin acualón para llegar a enarbolar la onda anti colonialista, en lo referido al pajarraco con dos alas del que hablaba Lolita Rodríguez de Tío. La otra alita, la que no era borinquen, ni de pollo, y si mi perla antillana, cubita, se fue volviendo, sin que nadie se haya dado cuenta todavía, desde la punta de la pluma —e incluso utilizando muchas plumas de plumíferos conversos a los que no dejan conversar— hasta la pechuga y el muslo, en colonia particular.

Cuba es una colonia, si señor. Antes lo fue con dueños diversos. Siempre hemos sido poseídos, y, Poseidón aparte, parece que nos encanta. Sé que muchos se alterarán de los nervios con esta osada afirmación mía. Pero aguanten la mula y razonen con razonancia. ¿Cuáles son las características de una colonia? La ligereza, la claridad, la falta de densidad —que no hay que confundir con ligereza—, el color incoloro, y, lo más importante: no lleva fijador. Por eso me provocaban risa todas aquellas tabarras sobre "nuestro pasado colonial", cuando la esencia misma de lo pronunciado era pura guachipupa.

Una colonia es volátil y baratil. La Isla es el único sitio de este mundo donde lo barato no sale caro, sino carísimo y casi imposible de tener, por el resultado de una química extraña con lo gramatical: el pasado es casi futuro ansiado; el hoy se vuelve inolvidable, pues al día siguiente todo se convierte en lo contrario. Y así nadie duerme una buena siesta.

Usted se echa un perfume, y diez duchas más tarde algún rincón le sigue hediendo entodavía. Una colonia no. Untada la colonia en mejilla y sobaco, y que se le pierda el aroma en la esquina, es lo mismo. Por eso afirmo sin anuencia o renuencia: Cuba no solamente es una colonia, sino que es de las más baratas. El perfumista nos ha mantenido todo el tiempo en Jaque haciéndonos pensar que era una Fiesta.

Sabiendo eso, no es muy complicado volverse anticolonialista. Apuesto firmemente por los perfumes que se pegan a la pituitaria con amorosa persistencia. Sintiendo esos Aromas en nuestro interior es que podemos ser verdaderamente Populares, sin mucho filtro. Además, y a eso me enseñaste, con tus firmes posturas —posiblemente aprendidas por vender huevos en tu infancia—: se puede ser chulo, vividor, borracho, marihuanero… pero nunca, nunca nunquita sin desnuncarse, traidor a su país.

1. Inicio
2. Imagino que...
3. Eso me pone...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Carta a la perrita Laika
RFL, Miami
Carta a Enrique Fontanills
Carta a Consuelito Vidal (II)
Carta a Consuelito Vidal (I)
Carta a Eduardo Abela
Los faraones y el agua
ENRISCO, Nueva Jersey
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir