www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
Parte 3/4
 
Carta al Tocororo (II)
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Otro que perdió prenda fue Juan Clemente Zenea, paisano mío y hombre fino, pero con una mala suerte de ampanga, como si tuviera una tiñosa detrás. Padecía del mal de provincias. Esa grisura, que años más tarde te acuñaban solamente los talleres literarios y el Partido Municipal. Él tampoco resistía el cautiverio. Y cuando padeció de forzadas vacaciones en La Cabaña le dio por hablar con una tórtola. Es que a mí me han dicho que esos lugares son un poco insalubres, y provocan como alucinaciones. La Cabaña, Kilo 8, Boniato, Canaleta, Villa Marxista, son así. Y lo menos que uno ve en esos delirios son tórtolas. La mayor parte de las veces se ven hijos de puta con plumas, pero en el bolsillo.

Tuve que seguir remando para encontrar otras alusiones. Simples menciones —nunca un premio— a tu esfuerzo colorido. Y ansí o ansina, arribé a un boricua aplatanado de nombre Narciso de Foxá Lecanda, que arremetió a suspirar por la naturaleza cubana, muy desmadejado y bucólico, e hizo conteo de cuanto bicho, parásito, ameba visible o hierba le sonaba digno de loa o vaselina, en cuanto a belleza insular, como para congraciarse con las autoridades y que le permitieran vivir en la Isla con estatus legal, porque la guataquería se le derrama por el barquillo en su kilométrico Canto a la naturaleza de Cuba. Mira que no saber cuál es la naturaleza de Cuba. Bueno, antes yo sabía de qué naturaleza era mi país. Ahora ya no. Este Narciso abre a golpes de endecasílabos, y se suelta desbridado barranca abajo, que casi hay que pegarle para que se detenga.

Mas no creas que te dedica mucho tiempo, qué va. Demora cantidad en la parte nociva, el sitio llamado alquitrán, en que la coge con el tabaco —vicioso él— y se deshace en elogios de vegas, humos, sabores, brevas y cujes. Sólo cuando sabe que tiene que llenar las matas con algo vivo se digna a nombrar algunas especies. Tengo la ligera sospecha de que tampoco te vio, sino que te mencionaron en su delante, y tu nombre sonoro le vino de perillas. He aquí un fragmento, el único, donde apareces: "¡Dame, sinsonte, tu robusto acento:—/ Prestadme vuestro arrullo enamorado/ Que el alma hiere, lánguidas tojosas!—/ Del monte descended, sonoras aves:—/ Pintadas mariposas, tocororos/ de bizarro matiz, sunsún ligero…".

Insólito y doloroso. Tanto trepar, tanta plumita azul y blanca, para quedar por detrás del sinsonte y de la tojosa de nuevo. Y para colmo, desgracia al zunzún con errores ortográficos. Esperar tres siglos para que un poeta, nacido en otra isla, te regale como única gracia, un seco "de bizarro matiz", que te confunde con pájaro español, es para trepar hasta el copito. Para nadie es un secreto que el poeta aludía al oscuro matiz del conquistador extremeño Francisco de Bizarro, famoso por su desagradable y sonoro bizarrón.

Y ahí no escampa. En el mismo siglo, y nuevamente como merienda campestre, se apeó el santiaguero Federico García Copley, que parece acopleyarse bien al paisaje naturio con otra sarta de lo mismo. Un poema que incluyó en un cuaderno cuyo título, para más INRI, fue publicado también con descuidada grafía: Murmurios del Cauto. Y dice mi coba de ecobio cobián en su espurio murmurio: "Baja al arroyo la fugaz tojosa,/ se ve en el árbol seco al carpintero,/ al solibio en la palma majestuosa/ y en la copa del plátano al arriero;/ en el suelo la tórtola se posa,/ el zorzal en el verde limonero,/ y enseña el choncholí la negra pluma,/ y el tocororo su belleza suma". Como podrás comprobar, te lanzan nuevamente para el final de la fila, triste y sin adjetivos, relegado del poder popular, que ese sí es poder.

Enrojezco de vergüenza ante tamaña vileza. Hasta el solibio y el choncholi están en palco preferencial. No me extraña que en ese atolón desolado donde nací atorado la culpa de todo la tenga el totí, y hasta un ave tan guaraní como el pájaro chogüí haya tenido himno sensiblero, con indiecito adosado y descalabrado. Me consuela y asusta que también habitas tierras venezolanas, y tal vez ahora, con el impulso bolivariano del petróleo, aprovechando que conectarán el Cauto al Orinoco, puedas salir en primera plana y justificar así el simbolismo que tu plumaje te otorgó.

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