www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
Parte 2/3
 
Carta a Moisés ben Maimón
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Miami
 

Lo malo de las nacionalidades es que, facilito facilito, se cae en los nacionalismos, que es fatal para la salud, porque lleva incluido lo cardíaco y lo hepático. Y si uno es hebreo tiene que sonarse la vida ejerciendo. Y si le tocó nacer en Santiago de los Caballeros usted se pone daltónico con las eses, aunque le rodeen de ellas, y tiene el singular en la punta de la lengua. Por ejemplo, si va a decir que lo atacaron con flechas, sale flecha, lo que es bueno para el ahorro de material bélico porque parece una sola. Pero en esto de que uno no se salva de los gentilicios, ahí caemos juntos hebreos y gentiles, todos judíos e híbridos, sincréticamente genitales.

Y basta, centrémonos en usted, que fue considerado lo más mejor de su tiempo, y hasta tuvo aguante y paciencia para reflejar reflexiones sobre la capacidad de la gente para no entender los códigos de su religión en algo que tituló Moreh Nevuqim, que tradujeron luego, para que no pareciera el nombre de un vecino joyero, como Guía de perplejos, que siempre confundí con un manual para viajeros extraviados, pero que ahora me entero citan como obra cumbre de la literatura medieval junto a la Summa Theologica, de Tomás de Aquino, y La Divina Comedia, de Dante —¿Dante que anochezca?—. No lo he leído, ni creo que lo haré. Bastante perplejo he estado ya en esta vida para aperplejarme más. Pienso en todo lo sucedido con mi atolón gozadorio y me pongo al borde de la aperplejía.

Pero su ejemplo me enseña más que todos los libros, aunque mi filosofía sea más pegada al suelo frutal —otro jugo de guayaba—, y canto lo que escribiera Fico López para el Conjunto Casino, que dice: "A mi me matan/ pero yo gozo.// Si me tengo que morir/ yo quiero morir sabroso". Leo que de su persona dijeron que "Entre Moisés (el bíblico) y Moisés (usted mismo) no hubo otro Moisés", que es cierto, por muchas Tablas que les separen. Pero más tarde hubo otro Moisés, de apellido Simons, que partió el bate con su inserción universal, y de filosofía más ligera y digerible.

Para retratarle en cuerpo y arma, se cuenta que "Huyó con toda su familia de la represión almohade a Almería, a Fez y finalmente, tras pasar por Jerusalén, a El Cairo, donde murió el 30 de diciembre de 1204", que es el 20 de Tebet del calendario judío. Lo que le da diez días de gozosa agonía. Tal vez huyó montado sobre una balsa construida por las Diez Tablas del otro Moisés, aunque dudo que flotaran mucho. Eran las Tablas de la Ley, y la ley no ha sido muy perfecta nunca. Quien hizo la ley, hizo la trampa, y el lereley, que es como el comején —en dominicano: comejei— en cualquier religión o nacionalidad.

Sin embargo, no dicen por qué salió usted pitando de donde los almohades que le encordobaron mucho tiempo. Tal vez hizo declamaciones contra el gobierno. Estos almohades eran tremendos —leo textualmente: "vivió los vientos de intransigencia que los almohades traían pegados a sus ropas", y pienso que posiblemente desnudos tampoco transigían—, tenían una fijación muy extraña con Alá. Agarraban a los judíos y a la gente en general y les obligaban a soltar todo aquello de que "no hay más Dios que Alá, y Mahoma su profeta", y al que se trababa o tenía cara de hebreo le rebanaban la nariz para reconocerle luego por la voz nasal. Viendo lo empecinados que se ponían los mahometanos con sus cimitarras, evitando que le cimitarraran, defendió usted algo que se me hace también conocido y cercano.

Tiene que ver con la ética, que es la parte noble de la etílica. También, en algunas zonas montañosas, se le dice civismo, y hay quien lo confunde con civilismo. Cuando usted se levantó un buen día y vio que Córdoba estaba acordonada, y que había almohades hasta en las alcantarillas, se dijo que la vida era tan bella allí que bien valía la pena "abjurar de tu religión si te amenazan. Es una conversión fingida, pero él —usted— la consideraba aceptable". Huye pan, que te coge el diente.

Me asombra como eran las cosas hace ocho siglos con la libertad de pensar de la gente. Menos mal que hemos superado tales disparates. Hoy la gente tiene la voz nasal porque nació ñata o tiene la flema inflamada por el catarro.

Claro que todo es discutible. Y usted se mostró comprensivo, amplio, casi dialéctico, aunque todavía no se había acuñado ese término tan discutible —a veces se convierte en un término municipal— y no se empecinó en obligar a la gente a que fingiera porque sí, sino sopesando las razones. No es lo mismo soltar que todo es bonito a obligar a la gente a que todo tiene que ser bonito. El bonito no es el único pez comestible. A mi, personalmente, me gusta más el atún. La misma contradicción shakespeariana del "Ser o no ser" —que en abisinio e inglés se dice: "To be or not to be", y que en cederista moderno y sindicalista isleño se pronuncia "Te vi y no te vi"— lleva trampa y costuras.

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