www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
  Parte 2/2
 
Lisandro, el terror de las letras
por ENRISCO, Nueva Jersey
 

Después se comprobó que se trataba de un error de cálculo de Lisandro. Entonces a Otero le tocó irse al exilio. El exilio es, según Lisandro, un sitio donde se sigue escribiendo para el mismo gobierno de siempre pero se pueden encontrar piezas para su carro.

Un racismo antirrubio

Ahora, tras los actos terroristas de Londres, Lisandro escribió que estos "son la expresión de la justa cólera de los martirizados. Los mansos han decidido dejar de serlo". Lo cierto es que los que atentaron en los trenes y el autobús eran tres ingleses de ascendencia pakistaní y un jamaicano. ¿De qué martirio se trata? ¿Tan malo está el transporte público en Londres? No lo creo, porque si fuera por eso hoy no quedaría un solo "camello" circulando por las calles de La Habana.

Hay algunos detalles de su artículo (como cuando acusa a Gran Bretaña, entre genocidio y genocidio, de haber destruido el equilibrio social en Irak) en los que hay que darle la razón: ¡Sadam Husein sí sabía lo que era equilibrio! Por eso tenía a los iraquíes derechitos, derechitos. Si algo le critica Lisandro a los terroristas, es la poca eficacia de su método, porque la gente, manipulada por los medios de comunicación, va a terminar creyendo que son unos asesinos.

Pero todo eso lo compensa el asunto de los colores. Si "hasta ahora estaban muriendo aquellos de piel oscura y ojos endrinos, ahora empiezan a morir los rubios de ojos azules". Casi que se podría hablar de un racismo antirrubio —y en el fondo la blancura de su piel sólo sea cosmética como la de Michael Jackson—, pero tengo una pista mejor. En Temporada de ángeles, una novela de Otero, uno de los personajes al presenciar la ejecución del rey inglés Carlos I tiene una erección. No podemos descartar que en ese pasaje haya algo de autobiográfico y a Otero simplemente lo excite ver morir a rubios ingleses. A sus 73 años ese tipo de regalos son de agradecer.

Hay que entenderlo. Erecciones aparte, después de todo se trata de una vuelta imaginaria a su juventud. En esa época militaba en el Movimiento 26 de julio. Otros ponían las bombas o recibían las torturas mientras él se encargaba del papeleo y de establecer contactos con la embajada americana. Él, que confiesa que su vida ha trascurrido "como la de un niño disciplinado, obediente, que aspira a recibir las condecoraciones al final del curso", y por alguna razón se perdió la oportunidad de ser ministro cubano de Cultura, empieza a añorar los tiempos en que era un rebelde.

Piensa que a lo mejor se puede repetir el ciclo y que cuando Al Qaeda al fin triunfe lo hagan ministro de Cultura Islámica. Entonces tendrá poder para censurar hasta El Quijote si le da la gana y, de paso, cualquier novela donde salgan rubios de ojos azules.

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