Fidel Castro acaba de realizar su segundo viaje a China con el objetivo de establecer relaciones de amistad con la nueva hornada de dirigentes del gigante asiático, especialmente con Hu Jintao, 60 años, actual Secretario General del Partido Comunista de China y que en los próximos días asumirá las funciones de Jefe de Estado.

Oficiales chinos marchan en la Plaza de Tiananmen.

A los cubanos nunca se les ha explicado que la Constitución china establece que el presidente sólo puede permanecer en el cargo durante dos mandatos. Jiang Zemin (como anteriormente sucedió con Deng Xiaoping) puede mantener gran influencia en las decisiones, pero ahora será desde el poderoso Comité Militar.

En el encuentro con Hu Jintao, las fotos muestran el afán de Castro por abrazar a su nuevo amigo chino, como para transmitir al público cubano un clima de confianza y continuidad.

En esta visita, el gobernante se despidió de su gran amigo Li Peng, presidente del parlamento chino y más conocido como "El carnicero de Tiananmen" (junio de 1989) cuando desempeñaba las funciones de primer ministro. En el proceso de renovación, Li Peng pasa a retiro y ya no integrará el Comité Permanente del Buró Político del PCCh. Una gran pérdida para el régimen de La Habana.

Como sucesor de Li Peng se perfila Wu Bangguo, de 62 años, que como antiguo Secretario General del Partido en Shangai, capital económica de China, es uno de los grandes impulsores de las reformas.

Según informó la prensa oficial china, Castro dijo a Jiang Zemin que Cuba puede aprender de la política de reformas y apertura al exterior que ha convertido a China en una potencia mundial, sin renunciar a los ideales del comunismo. Sintomáticamente, este aspecto fue ignorado por la prensa oficial cubana, así que está en duda que La Habana tenga el propósito de aplicarlo. Desde noviembre de 1997, cuando estuvo en China durante dos semanas, el primer vicepresidente cubano, Raúl Castro, había manifestado que las reformas que tienen lugar en la nación asiática podrían servir de referencia a su país. Como es de sobra conocido, todo quedó en palabras.

Fidel Castro había estado en China por primera vez en 1995, aunque en aquella ocasión fue muy comedido en sus comentarios relativos a las transformaciones económicas en el gigante asiático.