Con el fusilamiento de Lorenzo Enrique Copello Castillo, Bárbaro Leodan Sevilla García y Jorge Luis Martínez Isaac, por el secuestro de la lanchita de Regla que daba servicio en la Bahía de La Habana, el Gobierno de Fidel Castro elevó la puja en el pulso que mantiene con el Gobierno de George W. Bush. Sacando del clóset el machismo que utiliza en

El ministro de Asuntos Exteriores de México, Luis Ernesto Derbez, junto al Secretario General de la ONU, Kofi Annan.

los momentos de mayor intensidad, el gobernante predijo el viernes a los norteamericanos que si deciden invadir la Isla, la guerra durará cien años.

Proclive a estos desplantes tan teatrales como inusitados, la última vez que se valió de ellos fue al final de la IX Cumbre Iberoamericana que tuvo lugar en noviembre de 1999 en la capital cubana. Allí, sus colegas del continente le abrumaron con reproches por la cerrada dictadura que mantenía al margen de los vientos democráticos que campeaban en la región. Se mantuvo en silencio unos días y salió del impasse para encabezar en diciembre la campaña por Elián, que marcó una victoria sobre sus adversarios de Miami.

Quién sabe si ahora pueda repetir al hazaña. Las víctimas de sus operativos actuales han sido 75 periodistas, economistas y bibliotecarios independientes que recibieron fuertes penas de prisión, y los tres raptores de la lancha que no podrán ver otro amanecer.

Las ejecuciones de los tres secuestradores, decididas con velocidad pasmosa por los jueces, el Tribunal Supremo y el Consejo de Estado, que confirmó las sentencias iniciales en respuesta a las apelaciones, son las más relevantes que se realizan después de las de la causa 1/89, por medio de la cual fueron muertos en el paredón, hace catorce años, el general Arnaldo Ochoa, Amado Padrón y el coronel Tony de la Guardia.

Para los últimos fusilamientos se utilizó un sadismo refinado: Los familiares visitaron a los sentenciados la tarde del jueves 10 en Villa Marista, y el viernes 11 muy temprano recibieron el recado de que fueran al cementerio de Colón, en donde los esperaban los cadáveres de sus deudos, ya en féretros y enterrados bajo capas frescas de cemento. La víspera se despidieron de los sentenciados sin saber que era la ultima vez que los verían.

No cabe duda que está en curso una escalada en los enfrentamientos a lo largo de las dos orillas del canal de la Florida. En el calendario se van señalando las fechas con una ferocidad siniestra: La batida contra los narcotraficantes, rápidamente convertida en acoso a cualquier brote de economía independiente, la recogida de periodistas y luchadores por los derechos humanos, sus juicios sumarísimos y sus abultadas sentencias, la desviación de dos aviones civiles de Nueva Gerona a Cayo Hueso, el secuestro de la lancha de Regla, su liberación y la ejecución de sus autores, se han sucedido con una velocidad extraordinaria, como si se quisiera llegar con rapidez a colocar frente a frente a dos ejércitos contrarios ante una batalla decisiva.

Preguntas sin respuesta

Ni las prisiones ni las muertes de los adversarios soportan el argumento de atribuirle a los norteamericanos todas las desgracias sufridas en lo interno por los cubanos. Dicho argumento ya se ha desgastado por el uso, y ha dejado de convencer a la gente que piensa tanto dentro como fuera de la Isla. Si la CIA hubiera estado tras del secuestro de la lancha de Regla, ¿por qué no proveyó a los captores con el combustible suficiente para llegar a las costas norteamericanas y por qué no los recuperó cuando se encontraban a la deriva?

Si el jefe de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana es el autor de todas las conspiraciones y es un necio injerencista, ¿por qué no se decreta su expulsión?

¿Por qué en la lista de encartados como mercenarios a sueldo del imperio no se incluyó a Elizardo Sánchez Santacruz, de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, y a Oswaldo Payá Sardiñas, del Movimiento Cristiano Liberación y promotor del llamado Proyecto Varela? No es que uno desee que los aprehendan, sino que simplemente es notoria su exclusión del grupo de los encartados.