www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 2/2
 
Entre el rechazo y el temor
La sombra de Castro recorre Venezuela de cara al referéndum revocatorio. Crece el repudio a todo lo que huela a Cuba.
por YAMILA RODRíGUEZ EDUARTE, Caracas
 

Lo que Chávez debería saber, aunque parece que no le importa, es que los hospitales venezolanos —donde se atiende a la mayoría pobre que dice representar— se caen a pedazos. Los pacientes conviven con las ratas, y falta lo elemental: desde agua, hasta anestésicos. Si el gobernante saliera del lujoso Palacio de Miraflores y recorriera los hospitales caraqueños Jesús Yerena, Miguel Pérez Carreño, Concepción Palacios, o tantos otros, quizás dejaría de decir que su revolución es para los excluidos.

El plan Barrio Adentro se ha convertido en un problema político en Venezuela. A estas alturas del juego político —con el país en ascuas, esperando el 19 de agosto para activar el referéndum revocatorio sobre el mandato de Chávez—, la oleada de cubanos es vista como una provocación del gobierno, empeñado en acercarse cada vez más al régimen de la Isla.

La Federación Médica de Venezuela ha criticado con fuerza la importación de personal de la salud cubano. De acuerdo con esa institución, los médicos cubanos están ejerciendo de manera ilegal la profesión, pues brindan atención sin haber revalidado los títulos, como lo establecen las leyes venezolanas. A partir de la semana próxima los galenos de este país pondrán en marcha la "Operación Defensa", con manifestaciones de calle y asambleas en los hospitales. Su objetivo es que los médicos cubanos no lleguen a los centros de salud y los ambulatorios.

Lo peor que está pasando con la avalancha de cubanos es que se está creando un sentimiento de rechazo a todos los venidos de la Isla, algo inédito en Venezuela. Se han dado casos en que vecinos de zonas caraqueñas han tratado de impedir, por la fuerza si fuera necesario, que se instalen cubanos en sus comunidades. Hace pocos días, en un sector conocido como Guaicoco, en el extremo este de Caracas, un grupo de furiosos residentes salió a la calle, porque les dijeron que unos cubanos iban a instalarse en la zona, en unas viviendas improvisadas por el gobierno. Estaban decididos a impedirlo, a como diera lugar. La policía acudió al sitio para calmar los ánimos. Los cubanos no se presentaron.

En fecha reciente, en una conferencia a la que asistió mucha gente, Haydée Deuscht, miembro de la Coordinadora Democrática, propuso que el pueblo venezolano perdiera el miedo y expulsara a los cubanos de las escuelas, los hospitales y los institutos oficiales.

Aunque los médicos y los maestros pudieran ser las víctimas de esta incipiente xenofobia, en realidad los cubanos más temidos son los que llegan clandestinamente, se alojan en el Círculo Militar, en Caracas; y luego desaparecen rumbo a los estados de Barinas, Guárico y Cumaná. La oposición presume que este personal realiza labores de inteligencia; y teme que se haya mezclado con los cuerpos militares del país, para evitar que otro intento de sacar a Chávez del poder se repita.

Han sido varias las denuncias en este sentido aparecidas en la prensa. Una de las más fuertes corrió a cuenta del teniente coronel retirado Jesús Urdaneta Hernández, compañero de Chávez en el golpe frustrado del 4 de febrero de 1992, y director de la policía política a comienzos del gobierno chavista. Ahora, desde las filas de la oposición, Urdaneta asegura que hay unos 12.000 cubanos infiltrados en el país. De ser cierto, la crisis venezolana tomaría un giro violento de impredecibles consecuencias.

Los venezolanos cruzan los dedos con la esperanza de que Chávez no tenga el as de los combatientes cubanos guardado bajo la manga. No quieren regresar a los turbulentos años sesenta, cuando guerrilleros venezolanos y cubanos fueron barridos en las playas de Machurrucutu. El líder bolivariano debería saber que lo que está en juego no es su revolución, sino su país. Ojalá se de cuenta de ello, antes de fomentar la última guerrilla inspirada en Fidel Castro.

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