www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 2/2
 
Claro como el agua
Probablemente, en el Palacio de la Revolución no haya gustado mucho la reciente reunión de los presidentes norteamericano y brasileño.
por JORGE H. FONSECA, Sao Paulo
 

Es conocida la campaña continental que La Habana lleva adelante contra la implantación del ALCA; también la renuncia del Partido de los Trabajadores, PT, de Lula da Silva —desde el año pasado—, a continuar en el barco del rechazo al tratado. En Brasil, el tema ha sido objeto de un análisis minucioso y detallado a nivel social (no sólo de los políticos y gobernantes), habiéndose valorado como una potencial herramienta de desarrollo.

Para discutir el ALCA se han tomado en Brasil las debidas precauciones y medidas de coordinación con los países miembros del Mercosur, con vistas a negociar en bloque con los Estados Unidos. Precisamente, Lula viajó a Washington procedente de una reunión de cúpula del Mercosur, clausurada el 18 de junio, donde se coordinaron las estrategias sudamericanas para negociar de conjunto.

A despecho de las posiciones críticas de Brasilia ante las raquíticas ofertas estadounidenses (estrategia de negociación que se entiende como un paso comercial norteamericano en defensa de sus intereses), el gigante sudamericano no ha mostrado la "abierta reticencia" de que habla el periódico Granma, sino todo lo contrario. Lo demuestra el hecho de haber organizado una reunión de presidentes de los cuatro países miembros del Mercosur —Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil— en la que participaron, además, Chile, Venezuela y Bolivia. En ella se trató la estrategia de negociaciones conjuntas para, precisamente, establecer el Área de Libre Comercio de las Américas de manera que sirva a los intereses comerciales y de desarrollo de sus países.

El viaje de Lula da Silva a Washington ha sido precedido por una profusión de artículos en los principales periódicos norteamericanos. Destaca una evaluación constructiva del mandatario brasileño, con frases como "hasta su más fervientes críticos de seis meses atrás lo consideran una sorpresa afortunada". Se califica el inicio de su gobierno —durante el cual ha sabido mantener una política económica adecuada, una férrea disciplina en los gastos públicos, un control fiscal inmejorable y ha impulsado una recuperación drástica de los fondos de la jubilaciones, pagando religiosamente los adeudos a los organismos financieros internacionales— de positivo.

El ALCA es una proceso de integración comercial de las Américas imprescindible para hacer frente a la creación de grandes bloques, comenzados en Europa con la estructuración de la UE. No es una panacea, pero Lula da Silva lo ha tratado de llevar al campo del establecimiento de un frente común de los países del Sur, para obtener ventajas competitivas en las difíciles negociaciones con los norteamericanos, sobre todo en el tema agrícola. Ello, lógicamente, se aleja de la línea castrista, que trata al ALCA de anexionista.

Brasil, como cualquier país independiente, lucha actualmente por hacer valer lo que estima son sus intereses comerciales. Trata de liderar, en su batalla por el desarrollo y de manera coherente, al resto de los países sudamericanos, teniendo como premisa fundamental la democracia política, la libertad económica y el desarrollo social.

Lula da Silva ha dicho recientemente, al regreso de uno de esos viajes donde se ha tenido que encontrar con Fidel Castro, lo siguiente: "No aguanto más viajar por el mundo y encontrar a un presidente de un país latinoamericano que se pasa el tiempo echándole las culpas de las desgracias del Tercer Mundo al imperialismo norteamericano. Es una bobería. Nosotros no somos víctimas de nada: somos víctimas de nuestra incompetencia". Más claro ni el agua.

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