www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 2/2
 
Brasil o la encrucijada de la esperanza
Tras seis meses de desempeño presidencial, la 'tercera vía de Lula' continúa sorprendiendo a los analistas.
por MIGUEL CABRERA PEñA, Santiago de Chile
 

El liderazgo brasileño se va definiendo y no únicamente en lo que atañe a su poderío económico, sólo comparable al de México en la región, sino por una estrategia que ata en vez de desunir, que ofrece alianzas en vez de epítetos. Y esto lo ratifica su reciente encuentro con George W. Bush en la Casa Blanca y la invitación que, junto a México como el otro país latinoamericano, le cursara el Grupo de los Ocho para participar en la reunión en el balneario francés de Evian. La interesantísima propuesta de Da Silva para acabar con el hambre en el planeta dominó gran parte del cónclave y obtuvo incluso adhesiones inmediatas, como la de Jacques Chirac, su homólogo galo.

Lula y las reformas
Las reformas del sistema de previsión social y la tributaria, dos de las más grandes que el presidente brasileño se proponía para este año, parecen tener el camino despejado. El pasado abril, Lula alcanzó un acuerdo al respecto con los gobernadores de los 26 Estados y el distrito federal de Brasilia, mientras existen muchas probabilidades de que el próximo agosto la Cámara de Diputados las apruebe.
Reducir las pensiones concedidas a partir de la aprobación del acuerdo y terminar con la jubilación de sueldo íntegro para los funcionarios que ingresen al servicio público después de la reforma; gravar los beneficios percibidos por los jubilados que ganan hasta 350 dólares mensuales y aumentar en siete años la edad mínima para el retiro remunerado; y colocar un techo de 800 dólares a la jubilación pagada por el sistema público, son algunas de las propuestas del Gobierno. Ello, según las estimaciones, afectaría a 600.000 funcionarios y trabajadores federales, además de a los empleados de las administraciones provinciales y de los 5500 municipios brasileños.
La nueva presidencia, que liberó el cambio y entregó la jefatura del Banco Central a un ex presidente mundial del BankBoston, ha anunciado que el Estado otorgará créditos a aquellos jóvenes que, tras cumplir una etapa inicial de capacitación en las compañías, quieran conformar cooperativas o iniciar negocios por cuenta propia. Un proyecto que sería sustentado por el Tesoro, Fondo de Amparo al Trabajador, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, con desembolsos iniciales de 166,6 millones de dólares.

Es cierto, sin embargo, que tanto con Latinoamérica como con Washington restan obstáculos que sortear. Si con vecinos como Chile los problemas no aparecen como una montaña intransitable, con Estados Unidos el perfil es diferente. Habrá que ver si Lula es capaz de alcanzar arreglos favorables respecto al comercio exterior, particularmente en lo que atañe al proteccionismo norteamericano del acero y varios productos agrícolas, lo cual debe ir acompañado de una liberación consecuente del mercado interno y la economía carioca.

Pero será la Casa Blanca la que más apremiará para que se resuelva la ingente contradicción política que significa un sistema democrático que permitió al líder obrero acceder a la presidencia, con sus defensas, vínculos y votaciones internacionales en apoyo de regímenes dictatoriales como el cubano. Este es un tema ético cuya solución despojaría de sombras adicionales la colaboración de Estados Unidos.

A pesar de la mesura indicada en el plano doméstico, no es un mar en calma sino más bien tormentoso sobre el que adelanta la nave de Da Silva. La balanza de pagos le recuerda cada día su riesgosa fragilidad, agobiada por una deuda externa enorme. El mandatario, además, tendrá que seguir soportando recias presiones que sobre el gasto público ejercen los sectores más necesitados de la sociedad, entre otros temas bastante arduos como el desempleo.

Si el breve período de su mandato no alcanza para que su promocionado programa contra el hambre en Brasil cubra las expectativas, sobre un asunto vital como la desocupación se manifestó el presidente al cumplir medio año en el Palacio de Planalto. Pretende crear más de 890.000 puestos de labor para los jóvenes, en una negociación que contará con dinero estatal y el compromiso del empresariado. Muchos podrán montar así su propio negocio, con lo cual, amén de independizarse de la tutela estatal, se alejarían de la delincuencia y el narcotráfico, dos problemas clásicos en el gigante sudamericano. Si el presidente concreta sus planes, demostrará que su confianza en el sector privado, y particularmente en la pequeña y mediana empresa, no estaba descaminada.

Frente al curso de los acontecimientos los analistas prefieren olvidar sus sospechas y críticas de otrora. Hoy debieran admitir que el obrero-presidente los sorprende aún con su sagaz desempeño. Con lo que ya se denomina la "tercera vía de Lula".

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